jueves, 18 de junio de 2009

EDGAR “PIPE” PARDO (Segunda Parte)




Viaje al a semilla (4)


Por: Agustín Garizábalo Almarales




En alguna fecha del fútbol profesional colombiano del 2004, fui invitado a Cartagena por don Humberto Arias. Yo andaba buscando a nuestro presidente por los pasillos del hotel Caribe cuando, accidentalmente, me metí en un salón donde estaban hablando varios jugadores con Oscar Héctor Quintabani, a la sazón, director técnico del Deportivo Cali. Quintabani en cuanto me vio me hizo una seña para que lo esperara.

Después vino a preguntarme que si era cierto que le estaba haciendo seguimiento a un delanterito de Valledupar que era así y asao. Por la descripción que me hizo enseguida le dije: -“Claro, ese es Pipe Pardo”.
-“Bueno, acelerá las vueltas porque te lo van a tumbar”. Me comentó que la noche anterior había escuchado que unos empresarios estaban a punto de llevárselo para Argentina, pero se enteró, igualmente, de que el pelao estaba en tratativas con un representante del Cali, que era yo.

Llamé enseguida a Karim Gorayeb y me autorizó para que hiciera todo lo que tuviera que hacer para asegurar a ese jugador. Muy temprano me fui a Valledupar y hablé con Edgar Pardo, el papá de PIPE, quien me dijo “Claro, sí hay un interés de unos empresarios argentinos para llevarlo al River Plate, pero ya yo tengo empeñada la palabra con usted, profesor”. (Recuerden las historias del la nota pasada, la Rifa el burro y todo eso).

De modo que empezamos a coordinar el viaje del muchacho para esa misma semana porque, dentro de la estrategia ideada por Karim, estaba una invitación a la ciudad de Cali. Pardo jugaba en esos momentos en el club Las GAVIOTAS de Valledupar, a donde había tenido que desplazarse su papá, por motivos laborales, siendo funcionario del Ministerio de Justicia. Yo tenía los tiquetes aéreos en mi poder y Pipe debía viajar el lunes, pero ese sábado cumpliría con un último partido en tierras vallenatas.

El lunes estoy viendo un partido en una cancha abierta y se presenta el señor Pardo cariacontecido para decirme que el Pipe se había lesionado de la manera más absurda. Fue a cobrar un tiro de esquina y quedó con una molestia muscular; al parecer, nada para preocuparse. De todos modos lo llevaría al médico, como control. Al medio día vuelve el señor Pardo ahora sí con una cara de tragedia y yo no entendía, me dijo: “La cosa es de cuidado, imagínese que es de operación”. ¿Cómo así? – quise saber. No supo explicarme. “De todas formas yo me voy a asegurar y me lo llevo esta tarde a Bogotá que allá tengo unos amigos especialistas para que lo vean” – agregó Pardo.

De Bogotá me llamó casi llorando el señor. Que no era posible que una jugada tan inofensiva terminara en la posibilidad del quirófano. Había pedido, incluso, una junta médica y el diagnóstico fue el mismo: Una lesión delicada con el temible nombre de: “Avulsión de la espina iliaca, lado derecho”. Entre tanto, yo me reporté con Alfonso Vásquez, secretario deportivo, para que aplazara los pasajes para otro día y al informarle lo que estaba ocurriendo, me pidió que le dijera al papá del pelao que se comunicara con él. Así se hizo y lograron establecer una comunicación entre el jefe médico de Bogotá y el médico Juan Andrés Mosquera del Deportivo Cali, en una conferencia telefónica que duró más de 40 minutos.

Conclusión: No lo operen, mándenlo para Cali que allá se haría la recuperación con terapias continuadas y rigurosas; de hecho, a Pipe Pardo le tocó irse a vivir a Cali, a casa hogar, con el apoyo de un grupo de profesionales de la salud y de Karim Gorayeb, directivo de las divisiones menores, quien, confiando en mi palabra de que Pardo era un excelente jugador, se encargó de gestionar ante el comité ejecutivo del Deportivo Cali para que el club asumiera aquel tratamiento tan costoso. Por algo, algunos meses después, cuando estuve en Cali, don Marino, administrador de casa hogar, me dijo en tono de broma: “Oiga, ¿y este muchacho quién es? ¿Ronaldinho o qué? Ya lleva tres meses comiendo y durmiendo aquí y nadie lo ha visto jugar todavía” Y claro, lo vieron jugar: Un mes después ya había anotado 12 goles en 6 partidos y el profesor Carlos Arango estaba muy feliz con él.

Y sí estuvo en el River Plate de Argentina, pero muchos años antes, cuando apenas tenía 8 años, participando en un mundialito con el club FAIR PLAY de Bogotá, llevado por Silvano Espíndola y Radamel García. Allá se interesaron en él y en Falcao García. La idea era que, de ser posible, se quedaran de inmediato. Lo de Falcao se consolidó, como ya se sabe. Lo de Pipe Pardo no pudo ser porque, en ese entonces, viviendo en Bogotá, su madre, una chocoana inmensa y esplendorosa, doña Cielo Castro, psicóloga de profesión, intelectual y humanista por vocación, fallecía sorpresivamente y Pipe tuvo que regresarse a Colombia. En ese momento era hijo único y su padre no quiso que se fuera de su lado.

Desde entonces, empezó un periplo por diversas regiones del país: Había nacido en el Chocó, de donde se trasladó a los 3 años a Bogotá; su padre es samario, su madre era chocoana. Durante varios años vivieron alternadamente en Barranquilla y Valledupar, para luego venir a la capital del Valle del Cauca. Esa combinación de lugares y culturas le ha dado un tinte diferente a su manera de actuar y realmente es muy difícil identificar de buenas a primeras de donde es este muchacho, aunque él dice sentirse feliz presentándose como barranquillero, igual que su padre.

Y claro, había quedado ese asunto pendiente y alguna vez vinieron de Argentina a finiquitar esa propuesta que habían hecho años antes. Pero ya Pipe había asistido a un Festival de Intercampus en la ciudad de Cali y las instalaciones de Pance lo habían deslumbrado; tanto así, que su tío Armando “Ringo” Amaya, ya lo tenía palabreado para otro club importante del fútbol colombiano y fue el propio niño quién le dijo: “No señor, yo voy es para el Cali”.

El asunto estaba definido: La oferta de River era tentadora, pero pudo más el vínculo afectivo que Pipe adquirió con algunos compañeros que conoció durante el torneo de Compensar y también, por supuesto, el deseo del padre de que no se fuera a jugar tan lejos.

Total, -como me dijo el señor Pardo-, el Deportivo Cali es un club tan importante como esos clubes grandes de Argentina.


agarizabalo@hotmail.com

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