jueves, 12 de agosto de 2010

LUIS FERNANDO MURIEL (2)


Viaje al Semillero (segunda Temporada)
Por: Agustin Garizábalo Almarales



La noche del 6 de marzo de 2010, regresaba de la ciudad de Valledupar,  donde se había jugado un zonal infantil de Difútbol. En plena carretera, recibí la llamada del gerente del Deportivo Cali, Julio Gordillo: “¡ Maestrazo, gol de Muriel !” (Muriel acababa de hacer un gol al Once Caldas en Manizales). Gordillo hizo aquel gesto para anticiparse a mi juego, porque yo tenía la costumbre de que, cuando uno de mis jugadores hacía un gol,  lo llamaba enseguida,  en son de broma, a “pasarle factura”. De hecho, apenas tres días antes, cuando Muriel hizo el gol del empate ante el Cúcuta, en Cali, lo llamé casi a la media noche para cumplir con mi rutina.


Minutos más tarde, mi amigo y socio del deportivo Cali, Diego Quintero, es quien me da la nueva noticia a gritos: “¡Nojodás! qué golazo el de Muriel, veee!!!”. Esta vez sí me animé a compartir, emocionado, con los profesores y jugadores de la Selección Atlántico que venían conmigo en el bus: “¡Segundo gol de Muriel, y este sí fue un golazo!”. ¡Cómo me dolía no estar viendo el partido! Me imaginaba a la gente en Santo Tomás orgullosa de ese muchacho, ellos que no habían tenido todavía un futbolista profesional con figuración; me apuré y le hice varias llamadas al papá de Muriel, para que me compartiera su alegría, pero su celular siempre estaba ocupado; otro tanto me ocurrió con Carlos Bolívar, director de la Escuela Barranquillera, sí que es lindo expresar la emoción que uno siente cuando alguien tan cercano está triunfando, y más, cuando esa persona que uno está llamando también ha tenido algo que ver, una especie de intercambio de dichas. Pero nada, Carlos Bolívar tampoco pudo responder.



Me puse a meditar: “Caramba, no es frecuente que un debutante haga 3 goles en apenas dos medios tiempos, ahí sí nos las echamos, pues”. Varios amigos me llamaron para felicitarme, otros para preguntar, porque no podían creer que ese muchacho también tenía algo que ver conmigo, con todo lo que había ocurrido en las últimas semanas con Michael Ortega y Armando Carrillo en el Cali, Gustavo Cuellar en la selección Colombia prejuvenil, Freddy Montero en el Seattle, Pipe Pardo en el Medellín, Anthony Tapias en el Chicó, y Abel Aguilar en el Zaragoza de España. Se había juntado la banda completa y estaba tocando a todo timbal.


De repente, recibo otra llamada sorpresiva: El ex-gerente Marco Antonio López, me llama para felicitarme. “¡Qué golazo, Agustín, qué gran jugador!”. Yo no podía creerlo, dos en ese partido eran grandiosos, pero ¿Tres?... “¿Marco, no será una repetición?”-indagué- “Noooo, -me dijo- ya éste es el segundo tiempo”.


A partir de allí no paré de recibir llamadas a mis dos celulares: periodistas, padres de familia, jugadores, entrenadores, dirigentes…Mejor dicho, parecía un operador de telefonía el 31 de diciembre, hasta cuando se agotaron las baterías y me quedé fuera del aire. Uno de los profesores que iba conmigo, riéndose, me dijo en buen costeño: “Bueno, Agu, tienes que mandar”.


Al día siguiente, muy temprano para ser domingo, a las 7 de la mañana le marqué a Luis Fernando Muriel pensando que quizás estaría durmiendo. Quería felicitarlo, hablar un poco con él. “Nombe, profe –me dijo-si no he podido dormir”. Noté, eso sí, una profunda felicidad en su voz; de hecho, recibió mi llamada con una alegría no acostumbrada. Le dije lo que les he dicho a algunos de mis jugadores cuando han dado el salto al fútbol profesional: “No te lo creas…La fama es sólo un momento, es como un amor de vacaciones”.


Adicionalmente, le recomendé que nunca olvidara lo que le había ocurrido en la final del sub-18 el año anterior: Siendo en ese momento el goleador del torneo nacional con 27 goles, en un equipo juvenil como el Cali a punto de coronarse campeón, la tribuna occidental de Pascual Guerrero, repleta de público, se le fue encima, lo abuchearon, pedían que lo sacaran, hasta de una manera grosera, porque Muriel había tenido un par de jugadas desafortunadas. Felizmente anotó dos goles y ganaron 4-1, y fue aplaudido como la gran figura. “El fanático es así, Luifer, -le dije- sólo estará contigo mientras aciertes”


Esto apenas es un comienzo, ahora saldrá gente que ni te reconocía a saludarte y a invitarte. Ahora vendrán a decirte que creían en ti, que sabían de tu potencial. Ahora llegara la prensa, la televisión, te preguntarán sobre lo divino y humano, indagarán sobre tu vida privada, sobre tus gustos, y qué significado tiene ese corazón que hacías con tus manos en las celebraciones… Mi recomendación es que hables cortito y claro, nada de discursos largos, nada de venir a pasar facturas, deja así, olvida esos rencores acumulados, cuando uno comienza debe tener prudencia, manejar un perfil bajo, mejor decir pocas cosas, no extenderse porque ahí se corre el riesgo de hablar de más y opinar de lo que no conoces, y termina uno metiendo la pata, y después a presentar excusas, y ahora, Luifer, mucho más ahora que cualquier cosa que digas o hagas, todo el mundo lo va a saber, “ el precio de la fama” que dicen.”


Bueno… Han pasaron algunos meses, Luís Fernando Muriel fue fichado por el Udinese, todo pintaba un futuro promisorio, después de mostrar sus garras y efectividad en pocos partidos y participar de manera descollante con la selección Colombia juvenil. Le venía muy bien esa ida a Italia, precisamente porque lo primero que irían a hacer allá es terminar de formarlo. Con un enorme potencial este joven, pero tendrían que amalgamarlo con cuidado, exigirle de nuevo, pretender resultados inmediatos podría significar el pago de un precio demasiado alto, y ese era el riesgo que se corría si se quedaba en un fútbol como el nuestro. Estaba bien, !fabuloso!. Muy bueno todos esos goles de fantasías y hasta Mago le dijeron, pero, ¿A qué costo? No lo sabemos. Nunca lo sabremos.


En Colombia, de la noche a la mañana, Muriel pasó de ser un amateur a prueba al solucionador de los problemas del Cali. Pasó de ser el muchacho inscrito como sexto delantero, al máximo anotador en pocos partidos. Por suerte, para él, los otros atacantes no estaban en momentos dulces o se lesionaban con frecuencia, y las cosas se complicaron y hubo que echar mano de la cantera, con todo lo que eso implicaba.


Para nosotros, los que estamos en esta brega, lo mejor que pudo haberle pasado a este muchacho es que se le apareciera una oportunidad así, no sólo por el cambio de vida que tendrá en la parte económica y deportiva, sino por lo que significa completar un verdadero proceso, concienzudo, con paciencia, sin apremios, en otro fútbol, en otro nivel, en otra cultura. 


En buena hora, Muriel.


miércoles, 21 de abril de 2010

Personajes del Deporte

Publicacion en REVISTA TIBURONES - B/quilla
Por ARTURO VEGA

Agustín Garizábalo Almarales
El conocido entrenador soledeño Agustín Garizábalo Almarales, de gran experiencia en el fútbol aficionado, cumplió
11 años de estar vinculado a uno de los clubes más organizados del país, el Deportivo Cali. El es el encargado del
Programa Veeduría en la Zona Costa Norte y actúa como Agente Oficial del cuadro azucarero para esta región.
Conozcamos algunos detalles de su labor con esta entrevista que le realizó nuestro Director.

¿Como está compuesto su nucleo familiar.?

Hago parte de una familia numerosa, con muchos hermanos de parte de padre.

¿Cómo trascendió su infancia.?
De niño vivíamos en una casa que quedaba muy cerca al río y cuando llegaba el invierno el agua se nos metía en la casa. Cualquiera podría pensar que eso era una tragedia y quizás para mamá lo era, pero para nosotros no. Era muy bello lo que ocurría entonces: pescábamos y nadábamos en nuestro propio patio, perseguíamos serpientes entre las piedras de la sala, salíamos en canoa por el barrio o atravesábamos puentes de madera para poder visitar a los tíos, todo se convertía en un juego, el universo pleno estaba allí a nuestra disposición.

¿De niño fue apasionado al fútbol o practicaba otro deporte.?
No, fui muy enfermizo y me incliné más bien por la lectura y la contemplación.

¿Alguna vez le pasó por su mente ser jugador profesional o técnico de
fútbol?
En absoluto. Cuando dirigí la Selección Atlantico no lo podía creer.

¿En esos tiempos cuál era su equpo favorito?
Como es natural, el Junior.

¿Qué estudios ha realizado?
Formalmente, no muchos. Intenté Idiomas y Educación Física, pero no los cristalicé.

¿Su sueño de joven?
Ser un gran periodista y escritor.

¿Sus primeros pininos como técnico?
Dirigi el Club Barcelona de Soledad. Después armé mi propio club: Gremio Unido.

¿Qué lo indujo a esta profesión?
Quise ayudar a unos niños del barrio Salamanca de Soledad, patrocinándoles un equipo.

¿Cuál era su espejo como técnico?
Marroquín y Nicolás Llanes

¿Cuál es su trayectoria en el fútbol aficionado?
Técnico de Gremio Unido, Barcelona, Independiente Hipódromo, Acuña Hermanos, Apuestas la Fortuna,Llantería Muñoz, Adental, Deportivo Barranquilla, Escuela Barranquillera y Atletico Colombia. Fui 17 veces asistente de Selecciones Atlántico, y tres veces Técnico en propiedad.
Asesor técnico de una selección Colombia prejuvenil, en Chile.

¿Cuántos títulos cosechados?
Campeón Juvenil 1997,torneo Nacional de Difutbol con la SeleccionAtlantico.Variasvecescampeón con Gremio Unido, Llantería Muñoz, Escuela Barrnaquillera e Independiente Hipodromo.

¿Después de triunfar con seleciones Atlántico, nunca le llegó una oferta
para dirigir un equipo de la B o la A?
Si, para dirigir una B, y para ir como Asistente de Carlos Peña en el Real Cartagena, pero tenía compromisos inaplazables y no pude.

¿Cómo se dió su vinculación con el Deportivo Cali?
Carlos Burbano, director de Divisiones menores del Cali, vino una vez a B/quilla, a una charla, invitado por Helmut Wennin y ahi me conoció. El Cali empezaba elPrograma Nacional de Veeduria.

¿Cuántos años como cazatalentos?
11 años

¿En estos 11 años cuántos jugadores han ido al Cali?
30 muchachos.

¿De esa camada, alguno ha sido devuelto?
Por supuesto, se han consolidado 9, hay 9 en proceso. De los otros, algunos son figuras en otros equipos y varios no se consolidaron.

¿El jugador que usted le vio más perfil para el fútbol internacional?
Eso no se sabe, eso se va dando en el proceso. Abel Aguilar pintaba, igual que Montero; Pardo, Muriel, Cuellar y Ortega, pintan bien.

¿Cuánto se demora en hacerle un seguimiento a un jugador?
Eso es relativo. Seis meses minimo, Un año, dos, tres, cuatro...Depende del jugador.

¿Me imagino que muchos padres y amigos le recomendarán
jugadores?
Seguro. Eso hace parte de la actividad y me parece lo más normal.

¿Su fama como cazalento como la maneja?
Recién empiezo a sentir un poco eso. Hasta hace muy poco era más bien anónimo. No sé cómo pueda repercutir eso negativamente en lo que hago.

¿Los triunfos de sus pupilos también son suyos?
Por supuesto, es lo único que les pido: que no me hagan quedar mal. Una frase de Pasiolinni. “No soy sino por ellos, que no son sino por mí”

¿Recibe llamadas de algunos jugadores cuando están en la cúspide?
Muy pocas veces, pero a mí eso no me importa mientras estén triunfando. Esa es su verdadera obligación conmigo.

¿Hay jugadores ingratos o olvidadizos?
Los futbolistas por la misma naturaleza de su oficio, tienden a encerrarse en una burbuja.

¿El jugador mas agradecido que ud. haya enviado al Cali?
Es cuestión de momentos. Mientras están en esa búsqueda me relaciono con ellos casi a diario. Después queda una relación cordial y respetuosa, pero distante.

¿De elogios no podemos vivir, algún jugador de los que están en el
exterior le envía algun dinerito por gratitud?

No. No hace parte de nuestro trato.

A própisto ...¿su remuneración es buena?
Ganó como cualquier asalariado en Colombia. Estoy bregando para que me reconozcan, además, una bonificación cuando los jugadores sean vendidos a otro club.

¿Hasta la fecha su ojo clínico ha sido excelente y el Cali debe darse por
servido?
Me imagino que sí. Siempre que pueden me lo hacen saber.

¿Cuál es su metodo para recomendar jugadores?
Los conozco bien, los investigo, espero. Cuando doy mi aval, lo que no quiero es equivocarme.

¿Qué otros jugadores ha formado usted?
En esto de la formación interviene mucha gente. Otros jugadores como Ricardo Ciciliano, Yan Carlos Torres, y algunos como Emerson Acuña,Hernán Pertuz y Cristian Mejía, en alguna ocasión algo tuve que ver con ellos.

¿En carpeta que hay para enviar al club azucarero?
Siempre hay, pero en este momento estamos en ese proceso de seguimiento. Ni yo mismo sé cuál podría ser el próximo.

Ud. es cazatalento, periodista y escritor, ¿cómo lo hace?
Todo está relacionado. Soy mejor cazatalentos por mi fundamento de escritor. Y soy mejor escritor por la viviencia que me da mi labor de cazatalentos.

¿A qué personajes le ha hecho entrevistas?
A los propios jugadores, Mi primera gran entrevista fue a Víctor Pacheco.

¿Su libro de cabecera?
En este momento, “El Olvido que seremos” de Héctor Abad Faciolince.

¿Por qué ese manejo de perfil bajo?
Es necesario. En esta actividad el sigilo es una fortaleza.

¿Por qué no le gusta que lo entrevisten?
Si me gusta. Lo que no quiero es ser famoso, porque sería poco práctico que yo llegara a una cancha y causara un revuelo.

¿Como funciona su vida social?
En realidad soy de pocos amigos. Pero cuando comparto con ellos lo disfruto mucho. Comparto poco con mi familia.

¿Tiene muchos amigos o simplemente conocidos?
Como dije, pocos, pero verdaderamente amigos. Soy un afortunado por eso.

Bueno no hay más que preguntar...usted quiere añadir algo o todo bien,
como el pibe...
Nunca me habían hecho una entrevista tan larga y minuciosa y pienso que puede ser de la DIAN, jajaja.

Nadie es profeta en su tierra




Publicación en ZONACERO
Por: AHMED AGUIRRE ACUÑA
2010-03-09

El fútbol barranquillero o atlanticense, para no ser tan estrictos, siempre estará de moda en el concierto nacional. Porque el futbolista de esta región del Caribe viene dotado desde su gestación, con genes que le hacen merecida y justificadamente herederos de la primogenitura de esta ciudad como cuna del balompié en Colombia.

Esa semilla que germinó en los albores del siglo 19 se ha mantenido vigente a lo largo de un siglo y un poco más. Las muestras son palpables a través de los años y de la historia.

Hoy nos complace sobremanera poder hacer muestras referentes de esa calidad innata del jugador costeño; y complacidos sobremanera si,-como en este caso referente,- las muestras son de nuestro terruño barranquillero y atlanticense.

Desde luego nos referimos a ese joven de apenas 18 años y algunos meses que ha conmocionado en las últimas horas el cotarro futbolístico del país. Su nombre: Luis Fernando Muriel. Sí, el mismo que portando el uniforme del Deportivo Cali nos acaba de regalar una parte de lo que seguramente guarda él como un concierto de fútbol. Tres goles al Once Caldas, en la propia Manizales y con una muestra envidiable de fundamentación deportiva. Sus goles-ya suma cuatro con su equipo caleño en dos juegos-son propios de aquellos jugadores especiales, escogidos por Dios para deleite y complacencia de muchos.

No solo fueron los goles, sino la calidad de los mismos los que le han merecido enorme reconocimiento nacional a este joven del municipio de Santo Tomás. Y pudieron ser otros más que, por suerte para los caldistas no terminaron en sus redes.

Luis Fernando Muriel se suma a muchos otros barranquilleros y atlanticenses que han tenido que emigrar a otros lugares y otros clubes para mostrar la calidad que en su propia tierra no le permitieron. Nadie es profeta en su tierra- dice la Biblia- y Muriel es la ratificación de esa sentencia bíblica. Sentencia de la que también pueden dar fé Abel Aguilar, Armando Carrillo, Felipe Pardo, Freddy Montero, Anthony Tapias, Michael Ortega, Luis Payares, Gustavo Cuellar y pare de contar.

Todos ellos pasaron o estuvieron muy cerca de nuestro equipo Junior. Pero la mala consejera de algunos por intereses personales, la falta de visión y quizá la poca consideración de nuestros dirigentes por los valores que están comenzando y se abren camino es lo que ha permitido el éxodo de nuestros jugadores. Barranquilla y Junior han tenido en conocedores de la talla de William Knigth, Rafael Reyes, Gabriel Berdugo, Toto Rubio, Eduardo Carrillo, Othon Dacunha, Dulio Miranda y otros trabajadores del club recomendaciones y sugerencias; pero nadie creyó en éllos y muchas figuras del fútbol se perdieron en el ostracismo o debieron partir a otros lares en busca de mejores posibilidades.

Y en tal sentido, aunque nos duela reconocerlo, es uno de los mentores nuestros Agustín Garizábalo el veedor, o mentor-como quieran llamarlo- el que hace posible que nuestros futbolistas triunfen y tengan éxito en el Cali o en otros equipos colombianos. Con Garizábalo se confirma de nuevo la premisa que nadie es profeta en su tierra. El Deportivo Cali le ha brindado a este veedor todas las garantías para desarrollar una labor que, en Barranquilla con Junior se le ha otorgado a entrenadores extranjeros sin los resultados tan satisfactorios como los de Agustín.

Veedores que por el contrario, prefieren acabar con divisiones menores bajo criterios antropométricos de peso y estatura, desechando las condiciones técnicas innatas de los grandes futbolistas.

El ‘ojo clínico’ del Cali

Publicación en EL PAÍS ( Cali )

Por Francisco Henao Bolívar, Reportero de El País
Martes 9 de Marzo de 2010

Un soledeño es el descubridor de Montero, Pardo, Muriel, Tapia, Ortega y Aguilar.

Un ex vendedor de suscripciones de un periódico de Barranquilla es el ‘culpable’ de que el Cali tenga en divisiones menores una verdadera mina.

Agustín Garizábalo, un soledeño que no revela su edad, pero que asegura tener más de 30 años en el fútbol, con más pinta de profesor que de caza-talentos, es el 'ojo clínico' del cuadro azucarero en la Costa Atlántica.

Por su inconfundible filtro han pasado varios de los que hoy son figuras del fútbol colombiano y que de alguna manera le han representado buenos dividendos económicos al Cali. En la lista están Abel Aguilar, Felipe Pardo, Freddy Montero, Armando Carrillo, Michael Ortega, Ánthony Tapia, Gustavo Cuéllar, y Luis Fernando Muriel.

Garizábalo, el veedor estrella del Cali, llegó al fútbol por accidente. Mientras se la rebuscaba como vendedor de suscripciones en el Diario del Caribe, patrocinaba un equipo aficionado que cada fin de semana jugaba en las peladas canchas de la Arenosa

“Un día el técnico del equipo no fue a un partido y a mí me tocó dirigir; me fue tan bien ese día que decidí seguir en esto. Da la casualidad que por esos días apareció la Selección de Luis Alfonso Marroquín, luego él vino a Barranquilla a una charla y desde ahí quedé deslumbrado con el fútbol”.

Lo que siguió fue la renuncia al periódico y después la incursión a lo que parecía ser un incierto experimento en el mundo del fútbol.

Garizábalo comenzó a trabajar con Apuestas La Fortuna, el equipo de donde salieron Álex Comas, Iván Valenciano, Víctor Pacheco y Oswaldo McKenzie, entre otros. También fue asistente de la Selección Atlántico

Su acercamiento con el Cali se dio en 1999, después de que Carlos Burbano, entrenador de las inferiores, fuera a una charla a Barranquilla.

Ese año nació el Sistema Nacional de Veeduría en el cuadro azucarero y Burbano, después de intercambiar ideas con Garizábalo, no dudó un instante para invitarlo a hacer parte de la red de 'caza-talentos' del Cali.

“Comencé haciendo veeduría de una manera casi informal porque no tenía contrato, sólo un auxilio mensual para transporte. Ese mismo año, el directivo Fernando Marín me preguntó que si en la costa sí había talento, que estaban cansados del jugador costeño por los chancucos, porque eran irresponsables, mujeriegos y toma trago”.

A Garizábalo le tocó replantear su estilo para encontrar figuras. “Esa frase de que el buen vendedor no es el que más vende sino el que vende mejor, la acuñé al fútbol; entonces comencé a buscar no a los que más hicieran goles sino a los que mejor jugaran y tuvieran un proyecto de vida muy serio”.

De esa manera descartó muchas promesas y seleccionó a otros que 'pintaban' para ser grandes jugadores, pero mejores personas.

Después de recorrer los polvorientos pueblos de la costa, de visitar las peladas canchas de la región bajo el inclemente sol de esa zona del país, y de mirar, revisar y examinar una y mil veces el comportamiento de varios chicos, comenzó a mandar jugadores para las canteras del Deportivo Cali.

Ahí están los resultados. Al cuadro azucarero llegaron para completar su proceso de formación Abel Aguilar, Ánthony Tapia, Armando Carrillo, Felipe Pardo, Freddy Montero, Michael Ortega, Gustavo Cuéllar, Luis Payares y Luis Fernando Muriel, entre otros.

Aguilar ya está en Europa, Pardo fue transferido al DIM y Montero juega en la MLS; ni hablar de la cotización que hoy tienen Muriel, Carrillo y Ortega.

Garizábalo no saca pecho por todo lo que ha aportado. “Yo estoy contento con mi trabajo; así no me paguen un peso más seguiré en esto porque es darles la oportunidad a unos muchachos para que tengan calidad de vida”.

Aunque sus pretensiones sí las deja bien claras. “Aspiro a mejorar en lo económico; cualquiera pensará que vivo con lujos, pero no. Cuando no me pagan mi quincena vivo apurado, viendo cómo resuelvo mi situación; sé que en el Cali saben que merezco una retribución”, asegura este hombre que seguramente hoy debe estar en una de las canchas de la Costa buscando más diamantes para el onceno verde.

En detalle

•El primer jugador que Garizábalo envió al Cali fue el samario Henry Valderrama, familiar del 'Pibe', quien poco jugó con los azucareros, pero posteriormente fue goleador en el fútbol venezolano.


•Agustín Garizábalo fue promovido hace poco a veedor nacional. Es el encargado de mantener viva la red de caza-talentos en todo el país.


•Atlético Junior ha hecho varios intentos por contar con este descubridor de figuras, pero él afirma que está cómodo en el Deportivo Cali porque fue el primer equipo que le propuso trabajo.

En pocas palabras

"Todo el tiempo pienso en lo que hago. Voy a las casas de los muchachos, los aconsejo, y hablo con los papás para saber qué proyecto de vida quieren para sus hijos”.

"Los 'pelaos' son agradecidos, me reconocen, me buscan, hablan bien de mí, aunque luego entran a otro mundo cuando son profesionales”. Agustín Garizábalo, caza-talentos del Cali.


Algunas de las figuras descubiertas por Garizábalo

Lo vio en un torneo aficionado jugando para la Selección de Bogotá. Luego le hizo seguimiento cuando actuaba en un equipo de Cerritos. Hoy juega en el Zaragoza de España.


•Freddy Montero

Nació en Campo de la Cruz, Atlántico. Fue visto en varios partidos amistosos en Barranquilla y después en un torneo aficionado que el Cali organizó en Pance. Milita en el Seattle de la MLS.

Armando Carrillo

De Valledupar. Se le hizo un riguroso seguimiento porque tenía fama de ser un muchacho difícil. Iba para el Bucaramanga, pero después aceptó la recomendación de Garizábalo de llegar al Cali.


Felipe Pardo

Nació en Quibdó. Se crió en Barranquilla y allí, con la Escuela Tiburones, siempre le hacía goles a la escuela que dirigía Agustín Garizábalo. De inmediato lo contactó para el Cali. Juega en el Medellín.

Ánthony Tapia

Barranquillero. Desde niño mostró su fuerte pegada, siendo figura en un torneo que organizó el Cali en Barranquilla precisamente para descubrir jugadores. Hoy actúa en el Boyacá Chicó.

Michael Ortega

De Palmar de Varela, Atlántico. A Garizábalo le dijeron que viera a un niño al que le decían 'Maradonita'. Lo vio un par de veces y de inmediato lo envió a Cali. Hoy es una de las figuras del equipo.

Gustavo Cuéllar

Barranquillero. Su pelo rojo fue la referencia que utilizó el veedor del Cali para seguirle la pista en varios partidos entre equipos aficionados en Barranquilla. Fue figura de la Selección Sub 17.


Luis Fernando Muriel

De Santo Tomás, Atlántico. Se le hizo un seguimiento en la Escuela Barranquillera y allí siempre mostró sus condiciones de goleador. Hace dos años está en el Deportivo Cali

Este es el ‘Cazatalentos’ del Cali



Publicación en NUEVO ESTADIO
23 Noviembre 2009


Por: RAMIRO CAÑAS

Los recomendados de Agustín Garizábalo Almarales valen oroTiene en su hoja de vida el haber descubierto a Abel Aguilar, Freddy Montero, Édgar Felipe Pardo, Armando Carrillo y Anthoni Tapia, Luís Fernando Muriel y Gustavo Cuéllar entre otros. Da pautas acerca de cómo llevar talentos de barrio a grandes equipos.

De entrada aclara tajantemente que no es un vendedor de jugadores, “al único que en realidad me interesa vender es a mí mismo, mi trabajo serio y constante, para seguir gozando de este privilegio de tener una voz propia que pueda ser escuchada”, comenta este soledeño de nacimiento.

En 1980 el fútbol lo atrapó entre sus redes, asumiendo la dirección técnica del Gremio Unido de su natal Soledad, equipo al cual patrocinaba y casi por accidente terminó dirigiendo, el técnico se retiró y a él se le encomendó la tarea.

Con Gremio Unido fue 5 años seguidos campeón del municipio, allí dirigió a ‘Ferri’ Zambrano.

A continuación se encargó del Independiente Hipódromo y Acuña Hermanos, por aquel entonces Agustín Garizábalo alternaba sus labores como vendedor de suscripciones puerta a puerta del Diario el Caribe, con el oficio de técnico de fútbol.

Posteriormente siendo jefe de suscripciones, renuncia para dedicarse de lleno a una de sus pasiones. Con un sueldo por lo menos 70% menor del que tenía en el periódico, asume el mando técnico del Deportivo la Fortuna, “Me tildaron de loco”, recuerda Agustín.

La vida lo favoreció y el tiempo le dio la razón, a escasos 8 meses de haber renunciado, el Diario del Caribe cerró actividades definitivamente, y hoy es una autoridad en tema de formación de talentos.

Como entrenador dirigió Selecciones Atlántico de diferentes categorías, fue asesor técnico durante varios años. Como técnico en propiedad logró un subcampeonato nacional Infantil en 1995 y dirigió el equipo Campeón Nacional Juvenil, en 1997.

También fue asesor técnico de la Selección Colombia Pre juvenil, subcampeón suramericano en Cañete, Chile. Actualmente es consultor técnico de la Liga de Fútbol del Atlántico y, desde hace diez años se desempeña como veedor oficial de la Asociación Deportivo Cali en todo el país.

Un estilo de vida

“Es mi vocación natural y por eso estoy plenamente sintonizado conmigo mismo. Siempre lo hice y siempre he de seguir haciéndolo así me gane todo el dinero del mundo o así no me paguen un peso más, voy a volver a la cancha a diario a mirar a esos chicos talentosos, porque tengo la necesidad de apostar por alguien que viene brotando, porque tengo el deber de decirle a ese niño que se me acerca con un brillo en los ojos que tiene talento, que se cuide, que se organice, que trabaje. Eso es lo que me nutre espiritualmente. Y mi mayor paga será, sin duda, el haber acertado una vez más cuando debute en primera división y sea un hombre de bien”, destaca el veedor del Deportivo Cali.

Como vendedor que fue, sabe el grupo específico al cual le interesa llegar, “no es relevante que el tendero, el embalador o cualquier transeúnte me saluden por la calle como un personaje de la farándula deportiva. Me llena de felicidad que los futbolistas me mencionen. Porque, ahí sí, es muy importante que mi nombre aparezca en esas entrevistas; en boca de una figura me buscarán de manera puntual como parte interesada”, destacó el soledeño.

Además, ese perfil bajo que trata de manejar le permite que el sigilo sea su aliado “poder mimetizarme en el paisaje, poder ver sin ser visto, armado con lupa y microscopio, pero sin el apuro de posar de personaje.”, destaca.

Con la credibilidad como mayor activo, esté “cazatalentos”, lleva años convencido de ello, y eso le ha permitido establecer un consistente discurso, en donde destacamos frases como “el talento no es suficiente”, y otra mejor y quizá la clave de su éxito como descubridor de figuras, “ninguno de mis jugadores tiene carencias afectivas”.

Sus recomendados

Su credibilidad se la ganó a pulso con los resultados plausibles del éxito de jugadores como Abel Aguilar; Freddy Montero, Édgar felipe ‘Pipe’ Pardo, Armando Carrillo, Anthoni Tapia, Michael Ortega, Luís Fernando Muriel y Gustavo Cuéllar, ahora en la selección Colombia Sub17 que participa en el mundial de Nigeria. Es el responsable del éxodo de talentosos jugadores costeños a equipos del interior del país.

Detrás de ellos vienen Luis Fernando Muriel, Luis Pallares, Javier Espitia, Jonathan Palacios, Abraham Restrepo y Víctor Argüelles, “Sigo pensando que todos estos muchachos de la Costa Caribe han cumplido cabalmente con lo único que les he pedido, no hacerme quedar mal”.

Como veedor mi mayor patrimonio es la credibilidad. Y debo tener mucho cuidado; de hecho, tengo que estar muy convencido, debo investigar bien, conocer suficientemente al joven que voy a enviar. No puedo recomendar a alguien sólo porque tenga una relación familiar o de amistad conmigo”,
expresó Agustín.

Novedosa y altamente eficiente resulta la forma como este empleado del Deportivo Cali, va por toda la costa norte colombiana buscando alguien que deslumbre aunque a veces, “hay épocas que veo mucho fútbol y no hay nadie que brille”, comentó.

Fútbol es lo último que Garizábalo va a ver en una cancha, “voy a la cancha a ver la continuidad de una historia”, esa es otra de sus claves para escoger jugadores, el seguimiento continuo que le hace a los potenciales futbolistas profesionales, consecuente con eso de que el talento no es suficiente.

“El secreto de este trabajo es el seguimiento. La diferencia entre un jugador excepcional y un jugador normal es la regularidad en su rendimiento; por eso conviene estar ahí, esperando pacientemente, hasta detectar esa garantía, sin la cual es imposible alcanzar el objetivo.”, interpretó.

Vena de escritor

Además del fútbol a Garizábalo le gusta leer, y por ende escribir; esa es su otra gran pasión, esa que por tratar de hacerlo mejor desarrolló ese magnífico ojo magnético para el talento que tiene y que en últimas es lo hoy le da para vivir.

Cuando hacía cuarto año de Bachillerato, siendo alumno del Instituto Pestalozzi de Barranquilla, en un examen relámpago en la clase de español, termina sin intención “haciendo machete”, como decimos los costeños, o copiándose los nombres de autores de obras literarias, que era la parte álgida de esa evaluación.

De tal fortuna que después de la entrega de notas el profesor Ramón Rodríguez le propone el trato de no hacerle más exámenes siempre y cuando leyera para exponerle a sus compañeros un libro mensual proporcionado por él.

“Sin embargo, tuve la fortuna de cogerle el gustico a la cosa y buen día, después de dos libros, cometí el desatino de decirle al profesor, como para sobarle chaqueta: “Ya terminé el que me dio este mes, ¿No tiene otro?”, expresó Agustín.

Es así como el profesor Rodríguez, interesado en su alumno revelación le dice, “¡Caramba!, ¿si lees tanto muy seguramente escribes?”, con la respuesta positiva de su alumno, “ese fin de semana me tocó apurarme en terminar cualquier mamarracho para mostrarle al profesor”, recuerda el hoy veedor del Cali.

Ese primer texto fue un fiasco, y es así como el profesor Rodríguez lo manda a realizar un curso de redacción literaria los sábados en la mañana en bellas artes.

“Allí un profesor de nombre Guillermo mandó a los nuevos a darle una vuelta a la manzana, cuando regresamos nos pidió que en una hoja anotáramos lo que habíamos visto. Yo escribí que había visto un hotel, una estación de taxi y una iglesia. Se puso a revisar las respuestas y de repente preguntó quién era Garizábalo y yo levanté la mano emocionado. Me dijo “Mijo, entre esto y un ciego no hay mucha diferencia” – ¿Cómo así, profe? – “La verdad, usted es como si no hubiera visto nada…Esa iglesia, por ejemplo: ¿cómo era? ¿Estaba abierta, cerrada, tenía gente, estaba sola? ¿Cómo se veía la tarde? ¿Había tráfico?”, recuerda Garizábalo.

Desde ese día, y durante seis meses, el veedor del Deportivo Cali, entonces estudiante de bachillerato, hizo un curso para aprender a ver, “Él nos decía que antes de aprender a escribir había que saber ver”, comenta el técnico escritor, que tiene un blog con las historias de los jugadores recomendados por él y otros artículos del tema deportivo, que usted puede visitar en hhttp: // contralinea1.blogspot.com.

Tal vez el éxito de Agustín Garizábalo Almarales, como cazatalentos es que “no veo a los futbolistas como un simple entrenador sino con ojos de escritor. Quiero conocer sus historias, Indagar sus recorridos”, concluyó.

Ramiro Cañas Guerra
Nuevo Estadio

martes, 20 de abril de 2010

LUIS FERNANDO MURIEL (1)


Viaje al Semillero (Segunda temporada)

Por: Agustín Garizábalo Almarales

En junio de 2006, durante el torneo ASEFAL de Barranquilla, el profesor Jorge Cruz, técnico del equipo prejuvenil del Deportivo Cali, me dijo que le había llamado la atención el número 9 de la Escuela Barranquillera. “Hágale seguimiento, profe, me interesa”, me dijo. Por la noche, estuve de visita en el hotel donde estaba El Cali y le dije al propio Cruz que a ese muchacho lo conocía desde los nueve años, que era buen jugador, pero que en ese momento todavía estaba inscrito oficialmente con Junior, si bien en ese torneo amistoso estaba reforzando a la Escuela Barranquillera. 


La labor de veeduría a veces resulta sencilla, todo es  evidente,  las piezas encajan  y es fácil armar el rompecabeza. Pero, a veces no. Cuando yo dirigía a la Escuela Barranquillera, enfrentábamos a la 
Escuela de Santo Tomás, del señor Plácido Díaz y ahí estaba Luís Fernando Muriel. Era un gordito, cachetón, un poco estático, pero tenía la virtud de que, cualquier pelota que quedara por ahí rodando o mal puesta en el área, la mandaba a la red. Le decían Valenciano y lo peor del caso es que él se lo creía. Dos veces nos hizo goles en partidos muy cerrados y me fastidiaba que nosotros pusiéramos el fútbol, pero, faltando pocos minutos, le caía al "cachetoncito" y nos cobraba. Hablamos con don Plácido, dueño de esa escuela,  para que lo enviara a la nuestra, porque íbamos a participar en un torneo nacional. Y don Plácido, encantado, nos dijo: “No faltaba más, profe. Usted sabe que siempre le estaré agradecido” Me lo dijo porque su hijo, el profesor Fernel Díaz, trabajó varias veces conmigo, como asistente técnico en las selecciones Atlántico.


Pero, sorpresivamente, para la siguiente temporada, Muriel apareció jugando con  Junior. El profesor Álvaro Núñez, que era técnico de las inferiores de ese club, hizo su trabajo y habló directamente con los papás del pelao y nos dejó viendo un chispero. A partir de ahí, como es lógico, le perdí la pista al entonces “gordito”.


La misma tarde en que el profe Cruz me dijo que le hiciera seguimiento, hablé con  Álvaro Núñez, quien, en ese momento, trabaja con la Escuela Barranquillera. Y me contó la historia: Que al principio le había ido bien en Junior, pero después se lesionó  y quedó marginado por un tiempo, se engordó y tuvo  inconvenientes para los pasajes, se perdió del mapa y, como el mismo Muriel lo reconoce,  “se dedicó a la joda” en el pueblo, y pensó, en algún momento, que no seguiría jugando fútbol competitivo, sino apenas las “recochas” en la cuadra.


Cuando Álvaro Núñez, siendo técnico de la Barranquillera, fue a buscarlo a su casa (cuenta la leyenda que cuando Muriel vio llegar a Nuñez en su moto, corrió y se escondió debajo de la cama), Luís Fernando se resistió bastante,  ya no le parecía  muy atractivo  volver a entrenar y bajar de peso. Además, debían resolver lo de su vínculo con Junior. 
No fue fácil; el papá y un colaborador de la Escuela Barranquillera (Fajid Villanueva), se encargaron de esa gestión, que fue engorrosa,  porque algunos técnicos y funcionarios del Junior, no estaban de acuerdo en que se fuera de sus divisiones y menos después de haberse destacado en el torneo ASEFAL. Finalmente, en septiembre de 2006, fue inscrito oficialmente con la Barranquillera en el torneo nacional. 


Entonces cumplí el encargo de Jorge Cruz: Fui a verlo entrenar en la Escuela Barranquillera, observé varios partidos del torneo Nacional categoría 91, que ese año lo organizó la Difútbol, (recuerdo un partido en el Moderno, que ganó la Barranquillera 16 a 0 y Muriel hizo 11 goles, bajo un torrencial aguacero). Fui a  Santo Tomás y hablé con los padres, conocí a sus hermanos y vecinos, algunos me conocían, empezamos a hablarle y a organizarlo, y me llevé una grata sorpresa: En el año 2007, contra todos los pronóstico, el profesor Alex De Alba lo llamó a la selección Atlántico Juvenil (categoría 89), siendo dos años menor.


Como la final de selecciones juveniles había sido en Medellín, sugerimos que, en lugar de regresar a Barranquilla, se desplazara
 vía terrestre a Cali, a una pasantía. Así se hizo, y durante dos meses, fue observado y valorado por los distintos profesores, en cabeza de Jorge Cruz y Abel Da Graca, director de menores del Cali en ese entonces.  Diagnóstico: el jugador pasó la prueba y debía regresar a vincularse al Club en enero del 2008.


Como ya lo dije, la veeduría es algo muy complejo, porque, en ocasiones, dependemos de las casualidades. Como pasó con Freddy Montero, cuando iba entrando al estadio Moderno y el periodista Cheo Feliciano, me preguntó si había visto al número 17 de la Escuela Toto Rubio. Como pasó con Gustavo Cuellar, cuando llegué inesperadamente por una cancha, y como pasó esta vez con Muriel, que el click me lo da Jorge Cruz. Nunca se sabe, por eso siempre hay que mirar. “El fútbol es lo que puede pasar”, dice Juan Villoro. Lo importante es estar ahí, digo yo. Por eso, cuando alguien viene y me pregunta cuál es el próximo jugador que llevaré al Deportivo Cali, siempre respondo: “Quién sabe. Yo no adivino, sólo espero”.


Al final, es la resultante de un trabajo de acompañamiento personalizado, de seguimiento riguroso, de llenarse de razones, día a día, torneo a torneo, ver a los potenciales jugadores en situaciones críticas, ponerles metas, objetivos individuales, transformar sus maneras de pensar. Siempre digo a los posibles opcionados: “Es tu proyecto y nadie te va a ayudar, todo tienes que conseguirlo por tus propios medios, a pulso, lento pero constante y eso es lo que te va a fortalecer el carácter, que, en últimas, en estas épocas altamente competitivas, es lo que marca diferencia entre los que triunfan y los que fracasan”.

Continuará...

EL TALENTO NO ES SUFICIENTE (Segunda parte)


Por: Agustín Garizábalo Almarales


Cuando el gerente del Deportivo Cali, era Marco Antonio López, a raíz de una columna publicada, me hace llegar la siguiente inquietud: “¿Puede existir consagración sin vocación?” Esto, porque le resultaba muy tenue el límite entre una y otra. “La vocación – dice- es definida como la inclinación o afición a una actividad y la consagración como la entrega o dedicación exclusiva al asunto. ¿Es perentorio que se cumplan ambas condiciones o pueden presentarse por separado?” Interesante.

Vamos a intentar una breve dilucidación al respecto:

Hay jóvenes que tienen vocación, es decir, les gusta el fútbol, sueñan con triunfar en ese deporte, no piensan en más nada sino en eso, son capaces de dejar la familia, la novia, lo que sea, para ir detrás de ese sueño, pero NO ESTÁN ORGANIZADOS, les falta adquirir esos hábitos personales que les garanticen el éxito. En cualquier momento, a pesar de sus enormes deseos, fallan o no alcanzan sus máximos logros por problemas de disciplina, por deficiente alimentación o descanso y de repente nos vemos frente a un jugador con mucho talento, con muchas ganas, pero con desventajas físicas o morales que lo conducen al fracaso tarde o temprano.

Y puede ocurrir -conozco algunos casos- que muchachos muy consagrados, es decir, disciplinados, organizados, se levantan temprano, comen bien, descansan suficiente, son enfermos en el cumplimiento de las reglas, pero, analizándolos bien nos damos cuenta de que están ahí y hacen lo que hacen más por complacer a sus padres, quienes son los que le han metido en la cabeza que sea futbolista.

No obstante, siendo unos consagrados, tienen poca vocación y así, en cualquier momento, ante la más mínima dificultad (que no lo pongan a jugar o no lo inviten a un viaje, por ejemplo) se retiran aduciendo problemas de roscas y otras hierbas, pero lo que ocurría en el fondo era que no estaban totalmente convencidos. Pese a que su organización personal indicaba que el muchacho iba bien, de repente nos vemos ante un chico que reniega del fútbol por razones más o menos triviales y, seguramente, por esa misma falta de vocación y disposición, no será capaz de volver a intentarlo.

En conclusión, la vocación tiene que ver con el sentimiento y la consagración con el comportamiento.

En cuanto a la primera condición propuesta en el artículo anterior (El Talento no es suficiente), para configurar esa base sólida como una mesa de tres patas (las otras dos son la vocación y la consagración), en nuestro medio se suele confundir ese don o talento con la habilidad para manejar el balón. No obstante, para quitar la pelota también es necesario gozar de un talento especial, lo mismo que para actuar de arquero.

No es suficiente el dominio del útil. Es frecuente encontrar en los semáforos de las ciudades a malabaristas completamente desconocidos que hacen lo que quieren con el balón y uno se pregunta: “Vé, ¿y este dónde jugó?” Si se pone a indagar descubre que no jugó en ningún lado o pasó brevemente por algún equipo de reserva, y aunque su cualidad exclusiva era el dominio del balón, no le alcanzó para jugar. Ya dijimos que el talento tiene que ver más con la forma de resolver cada situación del juego, las decisiones que se toman en las diferentes jugadas. Por supuesto que gozar de una riqueza técnica hará más económica y eficaz cualquier resolución, pero esa simple condición no alcanza.

Por último, es un paradigma cultural creer que lo justo es darle a todos por igual, cuando debería ser que cada quien reciba lo que se merece o necesita. Es increíble, pero no por ello menos cierto, lo que ocurre en las casas de nuestros futbolistas cuando las madres sirven la comida. Va uno de los hijos y pregunta: “¿Cuál es la mía?” La madre responde con toda sinceridad: “Cualquiera, igual todas tienen lo mismo”. Pero, nuestro futbolista acaba de regresar después de dos horas de entrenamiento y una hora de viaje y ha tenido un gasto mucho mayor que la hermanita o el hermano que se quedó en la casa durmiendo toda la tarde. ¿Cómo pueden comer la misma cantidad los que practican un deporte que los que no tienen exigencias físicas?

El deportista debe tener una dieta especial, en cantidad y calidad. Esa falta de compensación entre lo gastado y lo recibido, es lo que hace que veamos a casi todos nuestros jóvenes futbolistas flacos y bajos de peso, y si a eso le sumamos la fatal costumbre de sólo tomar agua cuando se tiene sed, pues la deshidratación y la desnutrición están a la orden del día en esos muchachos. El cuento aquí es cómo convencer a las madres de que el joven que está entrenando (“sabroso él”, dicen sus hermanos) debe recibir una alimentación privilegiada para poder equilibrar sus recursos físicos. Seguro que a la pobre vieja le hacen un mitin los otros hijos exigiendole la tábula rasa.

En todo caso, para simplificar, tenemos que agregar que no hay una fórmula infalible. Nadie, ni el más experto, puede garantizar, en un cien por ciento, que teniendo o haciendo esto o aquello se vaya a llegar a una instancia de alto rendimiento. Ese misterio es lo bonito de este trabajo.

agarizabalo@hotmail.com

EL TALENTO NO ES SUFICIENTE



Por: Agustín Garizábalo Almarales

En mi labor como Cazatalentos del Deportivo Cali, es frecuente que la gente me pregunte: “Ajá, profe, ¿Y qué es lo que usted mira en un jugador de fútbol?”... Digo que tengo en cuenta tres grandes pilares que conforman una base sólida, como si fuera una mesa de tres patas. Son a saber:

EL TALENTO: Por supuesto, pero, ¿Cómo detectar el talento en un jugador de fútbol?... pues, observe cómo RESUELVE en cada jugada en la que participa. Analice también si es capaz de leer el juego. Generalmente alguien con talento es asertivo en la mayoría de sus decisiones. Conviene mirar, además, cuál es el registro de sus acciones en las áreas de máximo riesgo. En últimas, el potencial se traduce en jugadas que pueden ser llevadas a una cifra estadística. En cuántos mano a mano sale airoso, cuántos goles concreta, cuántas pelotas recupera, cuántas veces arriesga con acierto...

Pero el Talento no es suficiente. Se necesita también VOCACIÓN. Y, ¿Cómo descubrimos si el joven tiene vocación?... pues, en su manera de entrenar, en el gusto por la actividad. Que sea capaz de entregarse, de exigirse. Que quiera aprender siempre. El verdadero trabajo del futbolista no es jugar al fútbol, sino perfeccionarse física y mentalmente a través del entrenamiento programado. Sin vocación no es posible mejorarse a sí mismo con una rutina diaria.

Y el tercer elemento es la CONSAGRACIÓN: Consiste en una disposición de ánimo que se traduce en hábitos sanos con respecto a la Nutrición, el Descanso, la Higiene y el Manejo del tiempo libre.
En la Nutrición: Un niño que tenga vocación de faquir, por ejemplo, no puede aspirar a ser futbolista. Cómo es eso de que no le gusta la ensalada ni los granos. Que no come frutas ni pescado. Está condenado a no fortalecerse como atleta. El ser humano es lo que come. De su nutrición efectiva dependerá que los procesos de crecimiento se cumplan íntegramente. Una dieta en cantidades balanceadas, de acuerdo con la edad y las exigencias físicas, rica en proteínas, cereales, verduras, frutas y lácteos, más algunos complementos alimenticios, ayudará a alcanzar el nivel ideal. Debe procurarse un horario establecido para tomar los alimentos. Evitar el exceso en el consumo de azúcar, cafeína y grasa animal.

Descanso: Hay que respetar una rutina en los horarios de descanso para no atentar contra la estructura del sueño. No todo puede ser movimiento y exigencias. Es necesario recargar baterías. Hay que evitar el exceso de fútbol, el exceso de actividad. Después del entrenamiento el complemento ideal es una buena nutrición y un descanso reparador. Nada de llegar y salir inmediatamente para la calle y menos regresar tarde a casa, porque es como si se siguiera entrenando, propiciando una sobrecarga de esfuerzo. Además, se ha dicho que la hormona del Crecimiento se dispara durante el sueño.

Higiene: Mantener una limpieza del cuerpo, especialmente de los pies, evitará que se instalen procesos mórbidos (enfermedades) en el organismo. El futbolista debe cuidar sus pies como el pianista cuida sus manos. Son sus instrumentos de trabajo. No hay nada más lamentable que un futbolista con mal olor en sus pies.

Es importante cambiarse de ropa después de jugar o entrenar. Hay que tener en el maletín los implementos de aseo: toallita, desodorante, talco para pies, chanclas, jabón, etc. Y no descuide la higiene dental.

Manejo del tiempo libre: Esto equivale a la higiene mental. La felicidad del ser humano es proporcional al buen manejo del tiempo libre. Toda persona debe descubrir una actividad complementaria que la atrape. Que le llene sus horas muertas. Especialmente los deportistas que suelen tener tanto tiempo libre. Hay que apuntar a labores manuales o intelectuales activas como la electrónica, la computación, la pintura, la lectura, el cine, las artes o el estudio en general. No es suficiente con ponerse a escuchar música, esta es una actividad pasiva, a no ser que se baile o se utilice para componer canciones. Y no todo el tiempo puede ser fútbol por televisión. El joven debe enriquecer sus conocimientos explorando otras áreas.

No obstante, a un chico que posea todos estos elementos mencionados, nadie podrá garantizarle, aún, que llegará a ser un gran futbolista (eso dependerá también de otros factores), pero tendrá muchas más posibilidades que aquel al que le falte alguno de esos pilares.

En definitiva, la clave está en adquirir una serie de hábitos sanos. Lograr ese pequeño triunfo de cada día aportándole algo a su crecimiento personal y deportivo, construyéndolo y elaborándolo como un artesano, porque, en últimas, el éxito es un montón de pequeñas cosas hechas bien hechas.

agarizabalo@hotmail.com

Publicado en El Heraldo Deportivo, Septiembre 11 de 2007.
Publicado en la Revista del Deportivo Cali, Jul. 2007.

CARTA AL JOVEN REVELACIÓN

Por: Agustín Garizábalo Almarales


“Que seas fuente de inspiración,
alegría o placer, nunca de dolor”
- A. Garizábalo



Estimado Michael:

En el fondo, todo esto es una fantasía y las fantasías hay que vivirlas como se vive un romance de vacaciones, es decir, siguiendo el juego, actuando “como si”, respetando los sobreentendidos: Si te dicen “Mi Vida”, debes responder “Mi Cielo”; si te dan un beso debes devolverlo “Como si fuera esta noche la última vez”, como dice el bolero. Cierto: Habrá que ponerle toda la pasión que exige el momento, entregarse y disfrutarlo, pero la única gran condición es que no te lo creas de verdad verdad. De eso se trata: De cumplir con el libreto e interpretarlo a cabalidad pero sin convertirte en ese personaje inventado por el imaginario colectivo.

Lo digo con mi voz del otro lado, del lado de los que alguna vez apostamos por tu talento cuando apenas florecías. Lo digo con el alma del volante de marca de tu equipo de la Liga que te protegía y respaldaba, esgrimiendo sólo la admiración que sentía por ti como única espada. Poderosa arma.

A lo único que aspiramos aquellos que siempre hemos estado y estaremos apoyándote (tu familia, tus profesores, tus amigos más cercanos), es que no dejes de ser de carne y hueso. Ese pequeño gesto de humanidad cargado de reconocimiento hacia las personas más humildes y sinceras que se acercan para favorecerte con puntualidad suiza. Jamás dejes de atender a aquellos que te dieron sus palabras de aliento en momentos aciagos; ni al compañero de equipo que asumió como matón de barrio el oficio de ir a devolver una patada que te pegó algún salvaje implacable; o aquél profesor o vecino que te ayudó con los pasajes, la abuela que te esperaba generosa con un caldo caliente y reparador, el chofer del bus que te daba un chance, o la amiga, enamorada eterna y tímida, que siempre te quiso sin más condiciones que el orgullo de saberse escuchada. Esos son los que valen la pena: los que fueron, los que son, los que serán. No hay más.

Amor es tiempo dedicado, entrega, capacidad para dar. Sólo los que aman son capaces de deslumbrar con humildad. No caigas en la falacia de jugar sólo por dinero, que de esos hay muchos: A la camiseta hay que respetarla y amarla. Podrás tener mucho talento y conquistar todos los títulos del mundo, pero si no llevas una marca institucional, si no representas un estilo, serás fácilmente olvidado. “Lo verdaderamente universal está en la aldea”, decía Pavese.

Queremos que sigas corriendo y jugando por nosotros y para nosotros, estés donde estés. Queremos que seas siempre un hijo de nuestras entrañas: Que nunca te pares, que nunca te aburras, que estés siempre dispuesto a regalarnos una linda sorpresa, una jugada fabulosa, un gol de fantasía; pero lo más importante: que recuerdes siempre de donde vienes.

La aspiración de ganar dinero es perfectamente válida en nuestra época, pero hay cosas que nunca deben dejarse de lado: Defender los colores con el alma, respetar el sentimiento de tantos que te quieren y te admiran, perfeccionarte a diario en lo que haces, no pensar sólo en cuánto te vas a ganar sino qué puedes aportar para engrandecer a las instituciones sagradas: La familia, el club, la selección nacional, el país.

Si tienes un don exhíbelo para beneficiar a los que de verdad necesitan, si eres grande no tienes que mostrarlo con poses excesivas, si eres alto no tienes que empinarte, si tienes fuerza que sea utilizada sólo para imponer justicia, si posees poder que sea el de la ternura, si tienes una mano empuñada que sea para aferrar y no para golpear, que seas fuente de inspiración, alegría o placer, nunca de dolor.

Se sabe, Maik, que eres un bendecido de Dios: De la noche a la mañana se te abrieron muchas puertas, apareciste como un destello en el concierto del fútbol profesional por el capricho de una norma, pero supiste quedarte con criterio y categoría. La gente que cuelga de las tribunas, aquellos descamisados que gritan sin parar, los socios acomodados en sus sillas y todos los que pertenecemos a esta familia verde, te agradecemos de corazón por tu alegría, tu entrega, tu picardía, tu ambición por ganar, tu atrevimiento. Nunca los pierdas.

Eres bienvenido por todo lo que traes, tu obligación ahora es dar cada vez más y más, no esperamos menos. Pero debes conservar una actitud humilde -con seguridad te lo han dicho tantas veces-, no es una frase fría y retórica, implica actuar, progresar, seguir creciendo, apuntar a la grandeza sin olvidar esos pequeños gestos de humanidad tan necesarios que marcan diferencia.

agarizabalo@hotmail.com


MICHAEL ORTEGA (3)

VIAJE AL SEMILLERO (Segunda Temporada)


Por: Agustín Garizábalo Almarales



Lizeth Dieppa, la mamá de Michael Ortega, me llamó emocionada para contarme que ese día su hijo debutaba con el Cali, y nada menos que contra el Junior. Yo andaba por Sincelejo, observando el torneo nacional infantil de selecciones departamentales organizado por la Difútbol. Busqué la manera de regresar cuanto antes a Barranquilla porque quería estar en primera fila para presenciar aquel juego. Cuando me bajo del “Puerta a puerta” que me llevó hasta el estadero donde quedé a encontrarme con unos amigos, veo que en RCN, Andrea Guerrero, está entrevistando a Michael Ortega, momentos antes de los himnos. Entre otras, le pregunta: “¿Cuáles son sus características como jugador?” Sin dudarlo, Michael le responde: “Yo soy un jugador atrevido, que me gusta el arco, que busco siempre el gol”.

Quedé helado, de una pieza: “Miren a éste – pensé - ¡Sí será atrevido!, ¿Cómo va a decir eso si apenas va a jugar cinco minutos a lo sumo?” Para nadie era un secreto lo que pensaba el técnico “Cheché” Hernández en el tema de la norma y yo daba por descontado que el sustituto del menor estaría ya listo, esperando la acometida desde los primeros instantes.

Pero no bien empezó el partido, Michael toma un rebote, hace un enganche y remata. Ni siquiera el narrador tenía claro quién era; el comentarista le aclara que es el Sub-18. Yo me comía las uñas, sorprendido. Mis amigos a felicitarme y a hacerme bromas, que tenía que mandar una de Chivas. El resto de la historia es bien conocida: Ortega sería la figura de ese juego; el público se paró a gritarle de todo al entrenador cuando intentó reemplazarlo de todos modos en el primer tiempo, pese a lo que el chico estaba mostrando en la cancha. Siempre supe de su calidad, de su carácter para jugar, pero no pensé que se atreviera tan rápido, no así, en un partido como de ensueño.

Cuando finalmente fue sustituido, a los 68 minutos (el Cali ganaba 2-1), la fanaticada verde no pudo contenerse y, de pie, lo despide, con una ovación estruendosa y, desde ese preciso momento empieza su romance con la tribuna, siempre ávida de ídolos, siempre ávida de magia.

Pero Michael, además, es un chico con suerte ¿Qué hubiese pasado si “Mister Been” decide expulsarlo cuando se lanzó en “plancha” y golpeó a Háider Palacio? Sin duda, con el agravante de que el mismo Hernando Buitrago, el árbitro, apenas minutos antes había enviado a las duchas a Roger Cambindo del Junior por una falta similar sobre Pipe Pardo, bajo otras circunstancias menos mágicas, quizás, estaríamos contando otra historia.

Siempre dados a poner el grito en el cielo y a rasgarnos las vestiduras, se habría dicho que, claro, como él sabía que lo iban a cambiar (porque Aguilar estaba calentando desde el inicio del juego), irresponsablemente, por soberbia, porque el pelao rebelde sí es, se había hecho echar, y no alcanzo a imaginarme lo que se le vino a la cabeza en ese instante a nuestro técnico “Cheché” Hernández, rey de los misterios y los castigos, que de seguro habría tomado la decisión definitiva de borrarlo de la plantilla. Afortunadamente, sólo le dieron una amonestación y pudimos gozarnos el cuento de otra forma.

Por eso siempre le digo a Michael: “No te lo creas, no te lo creas. ¿Qué tienes condiciones? Sí. ¿Talento? Sin duda. ¿Trabajo, conocimiento, sapiencia, carácter? Sin discusión – No en vano has tenido excelentes profesores y tutores, excelentes padres. Pero no olvides que siempre, en el momento menos esperado, aparece ese factor inevitable, que se resiste a nuestro control, para hacernos una charada que nos beneficia o nos perjudica”.

Y precisamente porque todo es tan frágil y efímero, habrá que estar muy bien preparados, siempre alertas y juiciosos, para cuando nos llegue ese momento, donde todas las circunstancias confluyan a nuestro favor, estemos prestos a tomar esa oportunidad inigualable con nuestras propias manos y cultivarla para nuestro beneficio. El cuarto de hora que llaman.

Creo que eso es lo que le está ocurriendo a Michael Ortega.


agarizabalo@hotmail.com

lunes, 19 de abril de 2010

MICHAEL ORTEGA (2)

Viaje al Semillero (Segunda temporada)


Por: Agustín Garizabalo Almarales

¿Qué es la suerte sino una serie de casualidades que ocurren, aparentemente de forma arbitraria, para que un hecho primordial pueda cumplirse?

A Michael Ortega le fue tan bien
en su primer año en las divisiones menores del Deportivo Cali, que el profesor Abel Da Gracca, director general, autorizó la compra de sus derechos deportivos y el profesor Néstor Otero, técnico del equipo profesional, después de una práctica de su grupo ante los juveniles, lo ascendió a la primera división. Lo primero, lo de su pase, no pudo cristalizarse porque la institución, agobiada por malos resultados y precariedades económicas, no contó, en ese momento, con los recursos para ello; igual, quedaba la opción, un poco más onerosa, de esperar el siguiente año para definir su compra. Lo segundo, su vinculación a la primera escuadra, se cumplió a medias, es decir, entrenaba con los de arriba, pero jugaba con la C; no tuvo la oportunidad de debutar ese año como tal vez el profe Néstor Otero hubiese querido.

El siguiente año se vino todo abajo. Michael fue enviado a vivir a una pensión con jóvenes universitarios y, pese a que, en apariencia todo andaba bien, el chico empezó a decaer en su rendimiento. ¿Se desordenaba? ¿Se acostaba tarde? ¿Se consiguió unas viejas? Michael siempre ha negado que se haya descarrilado de su disciplina. Pero lo veían saliendo con jugadores profesionales que ya tienen otros hábitos y otro ritmo de vida; lo notaban un poco pasado de peso, lento, sin explosión, con dolores en las piernas. Uno de sus entrenadores de la C, en algún momento, delante del grupo, llegó a decirle: “Mijo, ¿Usted qué hace acá? Váyase para la costa que está perdiendo su tiempo”.

Eran épocas de angustia, de aburrimiento. Jugaba 20 minutos y lo sacaban, que se quedaba sin piernas, decían; algunas veces jugaba mal, otras regular, pero terminó jugando bien el remate del año, ahora bajo la dirección del profesor Iván Darío Arroyo, quién le dio el espaldarazo definitivo. Adicionalmente, Burbano tuvo la feliz idea de regresarlo a Casa Hogar. No obstante, había que autorizar lo de la compra de su pase y en la reunión de entrenadores se dijo que había dudas, los reportes no eran los mejores, pero igual, como se vencía la opción de compra había que tomar una decisión. Me pidieron a mí que hablara con Toto Rubio para que prolongara el convenio por un año más. Toto Rubio, a regañadientes, -que cómo así, después de dos años-, aceptó, pero sólo por seis meses, quizás un poco para devolver con ese gesto el beneficio económico que el Cali le entregó por el porcentaje de la transferencia de Freddy Montero a los Estados Unidos.

Y aquí aparece el primer artificio de la diosa fortuna, como acostumbra a meter su mano en el destino de los señalados. En el año 2009, de acuerdo con el seguimiento que se traía, les correspondía a los jugadores nacidos en el 90 jugar la norma. Pero viene lo del mundial juvenil en el 2011, donde Colombia jugará de local, y a Eduardo Lara se le ocurre acelerar la competencia para esos jóvenes, y son los 91 los que deben cumplir la restricción. Punto a favor para esos muchachos que de repente no iban a ser tenidos en cuenta.

Sin embargo, Michael Ortega llega a Barranquilla de vacaciones y se corre el rumor de que no regresaría al Deportivo Cali. Hasta le daba pena salir de su casa (ubicada en Palmar de Varela, un municipio a 20 minutos de la Arenosa), porque se decían cosas que no eran ciertas; en este punto siempre la leyenda del ángel caído aparece para hacer las delicias en las esquinas de los pueblos.

La gente del Junior, enterada de ese desencuentro, fue a hablar con la familia. El papá, Rodrigo, conductor de bus, fanático del Junior como todo conductor de bus que se respete en esta ciudad, estaba de acuerdo en que se quedara en Barranquilla, total, le habían dicho que Julio Comesaña había comentado que si se fichaba con ellos, lo pondría a cumplir la norma. Su mamá, Lizeth, ama de casa, en cambio, un poco menos azarosa, consideraba que había que esperar, que igual el Cali no lo había sacado, que quedaba esa posibilidad de que el Toto Rubio ampliara el convenio, que, en fin, lo habían tratado muy bien en esos dos años y para qué desesperarse. No importa que entre los cuatro menores escogidos -Wallens, Muriel, Lizarazo y Jaramillo- para iniciar la “temporada Cheché”, él no estuviera convocado. No importa que no le hubiesen dado el dinero para el pasaje de regreso. Había que esperar.

Yo andaba angustiado porque Michael, en ese momento, había quedado fuera de la potestad del Cali, pues los términos de acuerdo con la Escuela Toto Rubio se habían vencido. En tanto, en Cali, el profesor Jairo Arboleda, le insistía a Cheché que en la costa había un pelao que tenía que ver, que lo pidiera, que no lo iba a defraudar. Acá en Barranquilla, uno de esos amigos que a veces caen del cielo, muy cercano a Cheché Hernández, al enterarse de la presión que Junior ejercía por Ortega, se tomó el trabajo de llamarlo y decirle “Ojo con ese muchacho que Junior está detrás de él”. Finalmente, al día siguiente, muy temprano, me llamó Alfonso Vásquez, gerente deportivo del Cali, para pedirme que envié a Michael en avión, en bus, en burro o en lo que fuera, pero que debía reportarse a los entrenamientos el próximo lunes.

La diosa fortuna, entre tanto, nos venía preparando otras agradables sorpresas…




agarizabalo@hotmail.com

MICHAEL ORTEGA (1)


Viaje al Semillero (Segunda temporada)


Nota: Amigo lector: En meses anteriores tuvimos la oportunidad de publicar, en esta misma página Web, las historias de algunos jugadores que crecieron y se formaron en las divisiones menores de nuestra Institución: Freddy Montero, Abel Aguilar, Armando Carrillo, Pipe Pardo y Anthony Tapias. Ahora, emprendemos un nuevo viaje con otra camada de muchachos que empieza a despuntar en el concierto del fútbol nacional: Michael Ortega, Gustavo Cuellar, Luís Muriel y otros. Aspiro a que lo disfruten, como en la serie anterior, conociendo detalles y anécdotas de sus vidas.

Por: Agustín Garizabalo Almarales


Un amigo me pasó el dato: En la cancha del barrio el Carmen de Barranquilla había un pelaíto al que le decían “Maradonita” y que jugaba en la Escuela Toto Rubio. Fui a verlo y pude notar que una romería de fanáticos también lo seguía. El chico definitivamente era imparable cuando llevaba la pelota pegada con Boxer a su botín, exhibiendo una habilidad y una velocidad asombrosas en un niño de 9 años; ese día ganaron 4 a cero y él hizo 3 goles. A partir de ahí, cada vez que podía, yo me acercaba a verlo jugar. Por ese entonces, también, le estaba haciendo seguimiento a otro gran jugador de esa escuela, en una categoría superior: Freddy Montero.

Más adelante, cuando empezó a competir en la liga de fútbol, no lo acompañaba con mucha frecuencia, porque los partidos los ponían en canchas lejanas y yo andaba haciendo mi labor en diversas regiones de la costa, pero Toto Rubio me mantenía al tanto de los progresos de los jugadores de su escuela. Luego, en un torneo ASEFAL, lo vi de nuevo destacándose y por primera vez me le acerqué y le dije que si seguía jugando así lo llevaría al Deportivo Cali. Me preocupaba, sin embargo, que era muy bajito y además, delgado, y en Cali me exigían ciertos estándares.

Mi preocupación aumentó cuando invité a Michael a que me acompañara al hotel donde estaba hospedado el Deportivo Cali de la categoría infantil que participaba en aquel campeonato. Lo presenté a los profesores diciéndoles: “Miren, este es el próximo que voy a llevar”.El preparador físico me dijo en voz baja: “Lo mata la talla, oís…” Me puse a pensar, Caramba, si ni siquiera lo ha visto jugar. Bueno, pero uno sabe que este tipo de jugadores siempre despiertan controversias. Yo mismo no estaba seguro si Ortega podía alcanzar una talla aceptable para el fútbol profesional. Se lo dije a Toto Rubio y empezamos a analizar que si para el Cali no estaba, entonces hablaríamos con Nelson Gallego, que en ese momento trabajaba en las menores del Nacional, y a él sí le gustaban esos jugadores bajitos.

De hecho, yo le recomendé a Nelson Gallego a Juan Guillermo Cuadrado (ahora en el Udinese) y a Cristian Mejía (actualmente en Rumania) pero al parecer, allá en Nacional como que tampoco llenaron las expectativas y Gallego se los quedó para él, con los resultados ya conocidos. Cuando se habla de talla no sólo nos referimos a la estatura, sino también, al peso ideal en relación con esta, sin olvidar la posición de juego en la que actúa el jugador. Obvio que para mejorar a unos chicos así, con esas deficiencias tan marcadas, hay que hacer una inversión y un trabajo de mejoramiento técnico y físico muy arduo y a largo plazo, y casi sin garantías.

Con frecuencia escuchaba elogios de las actuaciones de Michael Ortega en la Liga. Pero hubo un tiempo en que, al parecer, cayó en un bajón y llegué a pensar que se estaba quedando, como ha ocurrido con tantos otros. Sin embargo, en el torneo ASEFAL Sub-15 de mitad de año, tuve la oportunidad de ir a presenciar varios encuentros donde él actuaba. La Escuela Toto Rubio fue eliminada en la primera fase, y en el último partido, que perdieron 1-0, Michael Ortega terminó de villano, porque despilfarró algunas opciones claras de gol, motivando quejas e irritación entre los hinchas.

En realidad en esta labor que hacemos es preciso aprender a ver más allá del simple momento. El ojo del cazatalentos tiene que poder medir el potencial, no la muestra inmediata. Yo vi, como todos, que Michael erró varias acciones de gol, pero también analicé que era el único que se atrevía, era el único que intentaba, el único al que no le daba miedo fallar. Sus compañeros de equipo prácticamente no existían. Y, pese a equivocarse, volvía a intentarlo, una y otra vez. Hasta un entrenador amigo que me estaba acompañando me preguntó en tono de reclamo: “-¿Y ese es el jugador malo que te vas a llevar?” Yo me quedé en silencio pero pensé: “Caramba, si allá en Cali le mejoran la definición, estaremos ante un prospecto extraordinario, porque no lo pueden parar, porque en sus arranques por el medio, a punta de amagues y gambetas, deja a todo el mundo regado, es cuchillo caliente en mantequilla y uno ya no encuentra futbolistas así”.

Finalmente, los fanáticos lo hicieron responsable de la derrota, fue el perdedor esa tarde, el chivo expiatorio, y sin embargo, vino adonde mí, casi con descaro, a preguntarme que cuándo era su viaje. Yo había decidido acercarlo al Deportivo Cali, para una pasantía de un mes y habíamos dispuesto que se fuera en el bus con el equipo. Fue recibido en Cali por el maestro Jairo Arboleda, quien, casi de inmediato, dio su aprobación para que regresara el próximo año a quedarse. Definitivamente, hay que creer más en los que fracasan que en los que renuncian.

Y una anécdota, ocurrida dos años antes de ese episodio, marca lo que significa para un niño en crecimiento, unas palabras dichas con la intención de sugestionarlo:

En un torneo ASEFAL, yo dirigía la Escuela Barranquillera y jugábamos el partido inaugural con transmisión por televisión ante la Escuela Toto Rubio. Me encontré en el bus con Michael Ortega, que en ese momento estaba por cumplir los 13 años, acompañado de sus papás, y por maldad, para meterle presión, porque sabía que era el jugador más importante de ese equipo, le dije: - “Si sigues jugando así, te voy a llevar para el Cali. Pero hoy tienes que meter mínimo dos goles”.

Bueno, el partido terminó 3-0 a favor de la Escuela Barranquillera y Michael no tuvo un buen juego, quizás intentó definir muchas veces solo, quizás abusó de la gambeta y del regate y fue presa fácil de mis defensas. Cuando terminó el encuentro se me acercó muy triste y compungido a preguntarme:

- Profe ¿Y ya no me va a llevar?




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