jueves, 18 de junio de 2009

ABEL AGUILAR

Viaje a la semilla (2)


Por: AGUSTÍN GARIZÁBALO ALMARALES


En Cúcuta, en la final nacional infantil de 1997, se encuentra conmigo el presidente de la liga de Bogotá, don Álvaro Aguilar y me pregunta: -“Profe, y ¿Ya viste jugando a Kike?”. ¡Qué pena! No lo había visto. Pero, para salir del paso, le dije: -¡Ah, claro, como no!, tiene lo suyo el pelao”. Me preguntó porque él es el padre de Abel Aguilar, y en esa época Abelito hacía parte de la selección infantil del distrito capital, siendo un cachaquito medio escuálido al que le decían “Chitiva”, pero yo andaba pendiente de otras cosas, siendo, como era, parte del cuerpo técnico de las selecciones Atlántico.

En el año 2000, en cambio, en la final nacional prejuvenil, en Lérida (Tolima), me aborda nuevamente don Álvaro y me invita a conversar en el salón de audiovisuales de la Fundación Minuto de Dios donde las delegaciones estaban bajadas, y esta vez sí me interesé porque ya yo trabajaba como cazatalentos del Deportivo Cali, y después de indagarme sobre mi nuevo cargo, me dice que si hay algún pelao de la Selección Bogotá que me llame la atención, que si es así no hay problema, porque los equipos de la capital no le paran bolas a los jugadores de esas categorías, y bueno, yo otra vez para salir del paso le dije que sí, que claro, que me había gustado el número 7, y él enseguida lanzó un grito: “¡Pero cómo!, ¡Si ese es el Kike!”. Miércoles… Me lamenté secretamente. Por andar diciendo cosas a la ligera ahora me estaba comprometiendo: –“Espere, espere- Le dije apenado; Me gustaría mañana echarle una mirada más individualizada y entonces sí le digo mi verdadera opinión”.

Al día siguiente estuve desde temprano con mi lupa en la cancha y sí, el pelao marcaba diferencia: jugaba de volante de creación, pero aparecía por toda la cancha, era líder, quitaba, metía pase gol, remataba al arco, tenía buena pinta, buena talla y todo, como les gustan en Cali, me dije. Y tuve la buena suerte de que el veedor nacional (porque entonces yo era sólo el veedor de la Costa Norte), el profesor Jorge Gallego, había sido enviado a ver esa final y acababa de terminar el partido y me encuentro con él y le pregunto que cómo le pareció, que quién le había gustado y me dijo: “Pues, el siete”, y yo aproveché para decirle que ya tenía ese negocio adelantado, que era amigo del papá, que a la vez era el presidente de la liga bogotana. El profe Gallego, con esa humildad que le caracteriza me ha dicho: “Pues, hágale, profe, no hay problema, termine esa vuelta”. (Me cedió esa “palomita” que a él le correspondía). Charlo entonces con Álvaro Aguilar y le tiro toda esa historia que manejamos lo veedores: que hay que hacer un seguimiento, que hay que esperar, que tal y pascual.

Pero, fíjense cómo la vida gira y se acomoda para propiciar las precisas casualidades para que ocurra eso que llamamos suerte: Dentro de una semana se iba a celebrar en Cali la primera Copa AFISA (un torneo organizado por el deportivo Cali), y el profe Gallego me había dicho que nuestro equipo sólo necesitaba como refuerzo a un delantero, que si era goleador mucho mejor, y ya teníamos visto nada menos que a Armando Carrillo, más temible si le decimos “La Perra”, a quien yo había referenciado seis meses atrás y ahora, en ese torneo, estaba confirmando sus dotes de ariete peligroso. Pero me dice el profe, bueno, hay un equipo que está muy cercano al Cali que se llama El Cerrito, y también va a participar en esa Copa, y necesita un diez. Mire cómo son las cosas: ahí mismo metimos a Abel Aguilar para que fuera al torneo y se diera su champú por allá y de paso que lo vieran los demás entrenadores y opinaran.

Así que estando en Cali, el director de las divisiones menores, Carlos Julián Burbano, ha enviado al Checho Angulo para que le haga el seguimiento de rigor y no había pasado el primer partido cuando el Checho viene y dice: “Huy, hermano, ese man se queda”. Y jugó con prestancia ese campeonato, siendo la figura del Cerrito (por eso, alguna vez, llegaron a decir que ese jugador había llegado al Cali proveniente de ese club; pero no, fue sólo un préstamo que los funcionarios del Deportivo Cali facilitaron para el Afisa).

Después del torneo Abel regresa a Bogotá a terminar su año escolar, pero meses más tarde, es invitado de nuevo a la Sultana del Valle para que integre la plantilla de un equipo del Cali que iba para Ecuador. Finalmente no viajaron, pero pudieron ver al costeño-cachaco en toda su dimensión y decidieron dejarlo en la casa hogar. ¡¿Costeño-cachaco?!, Pues, precisamente, yo conocía a Álvaro Aguilar por eso: Porque ÁlvNegritaaro es costeño, de El Difícil, Magdalena y su esposa Lucy Tapias es de Magangue, Bolívar, y durante muchos años han vivido en Barranquilla, pero por motivos profesionales de Álvaro, que es abogado y catedrático, hubo de trasladarse a Bogotá y allí nació Abel, “Kike”, para su círculo más cercano (por lo de Enrique, su segundo nombre). Y una vez, en un diciembre, un directivo del Club Llantería Muñoz, Federico Chams, me lo presentó por estas tierras como el presidente de la Liga de Bogotá y ahí empezó todo.

De modo que sus abuelos paternos y maternos, sus tíos, su hermano mayor, mejor dicho toda la familia, menos él y su hermanita menor, son costeños, con todo lo que eso implica en costumbres, comidas, música y resabios. En todas las vacaciones Abel se venía para la costa; en su casa se cocina a lo costeño, se baila costeño y se piensa en costeño, pero él es cachaco.

Por eso, quizás, algunas vez en Barranquilla, en una charla realizada ante los entrenadores costeños, el entonces técnico de la Selección Colombia, Reinaldo Rueda, tratando de definir lo indefinible, se aventuró con una opinión sobre Abel Aguilar, (en esos momentos considerado el jugador revelación de la Selección Colombia de Mayores). Dijo en Broma:

-“Abel Aguilar, nacido en Bogotá, criado en Barranquilla y malcriado en Cali…Es quizás, el jugador de proyección con mayor bagaje táctico del país”. Ja, buen intento, profe.

No se ha equivocado Reinaldo. Con toda esa mezcla de trasfondos culturales, el hombre tiene las armas para imponerse en el exigente fútbol europeo. Aunque creemos que aún no lo hemos visto en su verdadera y total dimensión.


agarizabalo@hotmail.com

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