viernes, 28 de marzo de 2008

CONOCER EL JUEGO

Por: Agustín Garizábalo Almarales


Afirmar que la mayoría de nuestros futbolistas no conoce el juego que practica, puede resultar algo azaroso, o peor aún, ofensivo. Pero no se trata, de ningún modo, de sarcasmo sutil o vulgar. Es mejor entonces que sustentemos nuestra tesis:

El futbolista, en casi todos los países latinos, marcados por esa actitud individualista frente a la vida, producto del subdesarrollo cultural y económico de nuestros países, está todavía mentalizado para jugar por él y para él. Preocupado como está (y con razón) por salvar o mejorar su situación económica y la de su familia, no tiene tiempo ni energía para ver más allá de sus propios intereses individuales y entonces el “fútbol colectivo” se lo dejan a los técnicos.

El fútbol moderno, pese a todos sus detractores, ha mejorado. Se ha vuelto complejo, es cierto, pero ha mejorado en su concepción estética como juego de conjunto y nivel competitivo. Lo que implica asimilar una cultura futbolística para comprenderlo y disfrutarlo desde otra perspectiva. Es decir, se requiere conocer el juego.

Pero los futbolistas, para empezar por lo más elemental, ¿conocen el juego?...No, en su gran mayoría. Todavía el jugador está concentrado, más en su propia actuación particular, que suele ser casi instintiva, y deja de lado la comprensión del juego colectivo, que debe ser más analítica y racional. Y aún más, los jugadores se someten a los trabajos tácticos más con resabio que con agrado. No dominan los conceptos, y se aburren al intentar la más breve intelectualización. No les interesa. Su única preocupación en la cancha es lucirse con la pelota, pelear con los compañeros para que se la den, intentar el gol imposible, la jugada de fantasía, la finta espectacular, porque aquí es sálvese el que pueda, bobo el último, porque al final, aunque diga lo contrario en las entrevistas después de los partidos, usted sabe, “lo importante es el equipo, etc”, la única intención es marcar diferencia de manera individual para que de pronto algún empresario de esos que hacen magia con los videos le consiga una “palomita” al otro lado del charco.

¿Qué nos muestran entonces?... un fútbol por fracciones. Por parcelas. La resolución del compromiso llevada a su más mínima expresión: el uno contra uno. Es necesario, por tanto, que el futbolista se esfuerce por comprender el juego de una manera más amplia y conozca las bondades del juego colectivo, que no necesariamente opaca la brillantez individual. Porque, aunque muchos no lo entiendan, la complejidad de la táctica colectiva es la búsqueda de una simplificación eficaz del arte de atacar y defender, que es, en esencia, el fútbol.

Pero actualmente los jugadores casi ni hablan de fútbol entre ellos, tan ocupados como andan con sus celulares, sus reproductores de MP3, sus I Pood, sus interminables incursiones en el Chat, sus compromisos de farándula. O en el afán por mejorar su apariencia de divo. Los ve uno cuando van en el bus para los entrenamientos, cada quien por su lado, sus audífonos puestos escuchando no se sabe qué (imaginamos que la sospechosa música de siempre) o entretenidos en un juego del celular, pero nadie mira hacia su lado, nadie aprovecha, como antes se hacía, para comentar con el compañero sobre las jugadas fallidas o acertadas del partido anterior o las posibles contingencias del próximo encuentro. Definitivamente al fútbol actual le hace falta tanta oralidad, tanta comunicación, tanta interacción entre sus practicantes que a veces ni los nombres se conocen. “¡Oye, catorce, pónmela!”… se escucha con frecuencia en una cancha.

Además, habría que acabar con aquel mito de que los estudiosos del fútbol deben ser exclusivamente los técnicos. Los futbolistas, como verdaderos profesionales (y aquellos que aspiran a serlo) también deberían privilegiar algunos esfuerzos para el análisis y la investigación de la actividad que desarrollan. Ahora, ¿Cuándo un jugador se dedica a querer saber y preguntar? Pues cuando se retira y se le ocurre que puede ser entrenador. ¡Ah!, entonces sí, venga y explíqueme profe, ¿cómo es la cosa?, cuénteme, cómo hago, qué digo, qué leo, muy interesante, no sabía, qué bueno, ¡increíble!... Se ven tan asombrados y tímidos, a veces tan nerviosos y dubitativos que uno no puede menos que preguntarse: “Bueno, ¿y éste dónde estaba metido, ah?”

Encontramos, sin embargo, una resistencia a la actualización, no sólo en muchos futbolistas, sino en los técnicos, directivos, observadores y comunicadores. ¿Cuántos futbolistas activos asisten a un curso de fútbol?... ¿Cuántos leen un libro de táctica?... ¿Cuántos se interesan en preguntarle a su técnico?...

Es más fácil seguir con lo que se tiene y alzarse de hombros. Es más difícil analizar, investigar, descubrir posibilidades. Y el fútbol actual necesita de una actitud de cambio, desde adentro, desde su ente más importante: el futbolista. No sigamos diciendo entonces que los técnicos tienen la culpa de lo que no nos esforzamos siquiera por comprender.

agarizabalo@hotmail.com

Publicado en El Heraldo Deportivo, Enero 29 de 2008.

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