jueves, 31 de julio de 2008

Ser competitivos - (Final) - DEFINIR UN ESTILO


“El futuro del Fútbol, está en el pasado”
-César Luís Menotti

Por: Agustín Garizábalo Almarales


Lo planteado y sugerido en las entregas anteriores (Montaje Operativo, Comunicación estratégica, Armas secretas y Códigos y consignas) no es más que la tentativa de conformar un estilo, de posicionar una marca, una manera de ser y de jugar específicas, el sello que nos distinga y nos haga reconocibles. ¿Cuál sería la razón esencial de organizar nuestro quehacer diario, si no es para, finalmente, imponer un modo de expresarnos?

Lo dramático del asunto es que toda la parafernalia del entorno está confabulada para atentar precisamente contra este propósito. Se acortaron las distancias, se invadieron los espacios; la Internet, la televisión, los medios electrónicos y satelitales, en su afán por entregar una información inmediata, en muchas ocasiones partidaria y sesgada, confluyen hacia una sola idea: Que todo el mundo se identifique con los mismos preceptos. Que se valide una manera exclusiva de asumir la vida, suprimiendo las particularidades. Que la humanidad sea una sola masa uniforme y maleable, fácil de vulnerar, aturdida por una cultura frívola y mercantil carente de raíces ancestrales. Que lejos suena hoy aquella sentencia de Pavese, pero cuánta realidad aún expresa:
“Lo verdaderamente universal está en la aldea”.

Luego, se hace necesario retomar el camino inverso: volver de lo particular a lo global.

En lo que respecta al fútbol aficionado local, definitivamente hemos dejado de ser competitivos, porque seguimos utilizando metodologías y estructuras que alguna vez nos dieron resultados pero que hoy son obsoletas. Nuestro nivel de idoneidad es precario porque el escenario cambió y no nos dimos cuenta. Porque no pudimos adaptarnos a las nuevas exigencias. Porque nos dejamos invadir por sueños y ambiciones propias de otras esferas permitiendo que se falsearan las nuestras.

¿Qué están mirando nuestros niños y jóvenes? ¿Cuáles son sus modelos a seguir? ¿De qué manera vamos a recobrar nuestro fútbol de tradición, si lo que consumen los muchachos a diario son imágenes de atletas de gran talla física que corren todo el tiempo, tiran pelotazos largos, chocan, aplican fuerza y potencia y exponen más un juego de carácter individual que colectivo?

Perdimos el estilo porque tenemos muy pocos espejos donde confrontarnos, porque se impuso el corte de jugador argentino o europeo y porque estamos lejos de las condiciones y características de los atletas que queremos imitar. Se dirá que antes también se recibían esos influjos de los ídolos de talla mundial, pero el bombardeo mediático era, sin duda, mucho menor; además, el joven tenía la posibilidad de compararlos con las figuras del patio. Ahora, en cambio, uno ve a Cristiano Ronaldo hasta en las sopas; el público está más enterado de lo que almuerza Ronaldinho o Kaká, que lo que hace el crack de su barrio a la vuelta de la esquina.

En el fútbol colombiano ¿cómo hacer para que los jugadores aficionados vuelvan a jugar de esa manera que tanto nos gusta y que reclaman los entendidos de vieja data? Porque la escasez de los últimos años no es sólo de resultados (en torneos Nacionales e internacionales), sino la pobre muestra futbolística, la falta de protagonismo, la vacilación, el titubeo, la escasez de pericia. Pareciera que estuviésemos comenzando de nuevo, como si las regiones no tuviesen pasado.

Recobrar el estilo supone exigir, por ejemplo, que para que un jugador pueda integrar una Selección departamental o nacional, mínimo debe saber entregar y recibir bien el balón. En ese aspecto, los entrenadores tenemos que ponernos de acuerdo en “lo fundamental”, como decía Álvaro Gómez Hurtado. Si la característica básica es la condición técnica ¿Cómo elegir a un futbolista que tenga problemas para “dialogar” con el balón? Si históricamente nuestros jugadores han sido de estatura promedio, pero rápidos, hábiles, inteligentes, atrevidos… ¿Para qué cambiar ese perfil, que nos hizo diferentes, por uno quizás más universal pero alejado de la esencia futbolera del terruño? ¿Usted sabe lo que cuesta armar una selección Colombia sub15 o sub17 por la falta de material elegible?

Cuando hemos enviado jugadores de la Costa Caribe al Deportivo Cali, les digo que lo más importante es que no cambien su manera de jugar. Si los llevamos precisamente porque tienen unas características especiales, diferentes ¿Para qué llegar al medio valluno e intentar actuar entonces como los del Valle? El jugador del Atlántico, por ejemplo, debe considerar como un patrimonio, su juego de pases cortos y al pie, su inventiva fantasiosa, su “fulbito” de playa, y apostar al esquema colectivo, ensayando la mentira como arma fundamental. El antioqueño tendrá que seguir apoyándose en su orden y riqueza técnica y el valluno a su potencia y habilidad. Pero en el Valle, para hablar de un caso específico, se acabaron los 10 porque todo el mundo apostó a meter y correr. Ahora el que no mete y corre no juega; antes, lo primero que se exigía era la condición técnica, su habilidad.

De eso se trata entonces: sólo volveremos a figurar cuando aceptemos nuestras características, reconozcamos nuestras debilidades y fortalezas. Cuando intentemos un nuevo arranque desde las raíces, desde el gusto por el juego y no desde la angustia por el resultado. Habrá que armarse de paciencia, eso sí, porque recobrar una manera de hacer las cosas, requiere de mucha valentía, equivale a tener que aceptar que estabas equivocado.

Y tendríamos que renunciar a ciertas mezquindades: Que nuestro fútbol vuelva a ser un concurso donde sobresalgan los buenos jugadores y no el aparataje táctico defensivo. Que jueguen los que sepan jugar y no los que ponen plata para el arbitraje o los que tengan empresarios. Que viajen a los torneos los que nos representen con calidad y no los acomodados que sólo tienen para sus viáticos, pero de fútbol nada.

Nos quejamos en las canchas abiertas porque a las selecciones departamentales les va mal en los torneos nacionales, pero no aceptamos que el cáncer es de fondo; mientras en los clubes y equipos de cada región no identifiquemos a los mejores futbolistas y se les haga un trabajo diferencial, buscando ese plus competitivo en cada uno de ellos, aquellas selecciones estarán condenadas a pasar sin pena ni gloria en esos campeonatos, porque una representación siempre será el reflejo del producto interno, y es hacia él donde tenemos que apuntar. ¿Están preparados nuestros jugadores para la alta competencia? No. Nuestros muchachos son débiles bajo presión, no han adquirido la necesidad de entrenarse y actualizarse de manera individual, no se hacen responsables de su propio proyecto deportivo y, por lo tanto, siempre la culpa la tiene y la tendrá el técnico seleccionador de turno.

Esta serie de artículos que hemos publicado sobre Ser Competitivos, está dedicada deliberadamente a los entrenadores del fútbol aficionado. Sería el primer gran paso que tendríamos que dar: Reconocer la importancia de este hacedor del fútbol. De él dependen serias y complejas decisiones. Sobre él se apoyan los demás actores del fútbol menor. A él le corresponde imponer el estilo, elegir a los jugadores, configurar la estrategia. Tiene mucha responsabilidad en el resultado final de este proceso. No puede seguir escudándose en tardías excusas.

Mientras esas premisas no se cumplan este oficio pedagógico estará marcado por la informalidad, la improvisación, la ilegitimidad. Cualquiera que se para en una raya a gritar inmediatamente se gradúa de director técnico.

Luego, entonces, el siguiente escalón será capacitar nuestro capital humano, emprender esa formación necesaria y reglamentar la actividad, para que, por fin, aquél se constituya en un elemento con poder de cambio.

Muchas gracias…

1 comentario:

gustavo dijo...

Gracias profe, Garizabalo por entregar su experiencia a través del lienzo. Estoy de acuerdo que para influenciar positivamente el cambio que queremos nosotros los profesores de fútbol debemos profesionalizarnos en ésta área y luego si crear hábitos a través de la repetición sistemática encargada de calibrar en especificidad, lo que se quiere que acontezca en los ejercicios cuando se da repetición; en la periodización táctica se pretende es adaptar a los jugadores a una determinada forma de juego pretendido por el entrenador y que las intenciones previas (lo que queremos que suceda) se formen en intenciones en el acto durante la competición. La repetición de una acción y que sea contextualizada tendrá evolución adquiriéndose "un saber hacer" nuevo. Eso es definir un estilo. El habito es una disposición adquirida, pudiendo su aprendizaje tomar nuevas formas.... donde la simple repetición es muchas veces insuficiente, por eso es fundamental hacer consciente lo que se quiere hacer. El entrenador tiene que convencer al equipo a crear hábitos competitivos y formas jugadas durante los entrenamientos para luego llevarlos a juegos reales.