miércoles, 2 de abril de 2008

LA IMPORTANCIA DE LA TÁCTICA

Por: Agustín Garizábalo Almarales


Cada tanto se celebra en algún país del mundo un encuentro de fútbol promocionado como “el partido del siglo”, en donde intervienen las figuras más rutilantes del momento en ese deporte. Generalmente sirven para homenajear a alguna estrella que se retira o para recolectar fondos para obras benéficas. Los rivales son siempre selecciones legendarias o recogidos con presuntuosos nombres como “Resto del Mundo”. El resultado final es un empate o gana cualquiera de los dos equipos por mínima diferencia, pero, en todo caso, suele haber muchos goles (la pelota ha ido casi alternativamente de un arco a otro semejándose más bien a un partido de tenis). Desde luego, son partidos abiertos, sin presiones, sin marcas asfixiantes, sin muchas responsabilidades y sirven para que los jugadores desempolven sus lances de fantasía haciendo exclamar a los puristas – rasgándose las vestiduras – que así debería ser el fútbol: toda una exhibición de malabares y riqueza técnica; es decir, el fútbol en su máxima expresión lúdica, donde realmente – aquí sí – interesa muy poco el resultado. O como alguna vez lo dijera el narrador de TV Andrés Salcedo, con su particular manera de describir las cosas: “…Y se empata de nuevo este dramatizado”. Así lo dijo: un Dramatizado.

La gran atracción de estos partidos es precisamente que son una novedad. No es común ver a tantas figuras juntas y menos concibiendo jugadas de esa plasticidad. Pero, ¿qué pasaría si todos los partidos en los estadios del mundo se jugaran bajo esos parámetros?... sin duda el interés por el fútbol decrecería. La competencia, cuyo fundamento es el arte de ganar, se vería seriamente lesionada si los partidos se jugaran de esa manera desprevenida. Porque ya nadie podría “garantizar” nada. En encuentros así, cualquier cosa puede ocurrir. Ya me imagino la irritación de los fanáticos locales cuando su equipo, después de ir ganando 4-0, termine perdiendo, porque en un momento de inspiración el equipo visitante anote más goles. Quizás entonces podría ocurrirle al fútbol lo que a la lucha libre o a los juegos de los Trotamundos: que estaría bien para una ocasión especial (una velada familiar, tal vez), pero GANAR es la pieza clave para mantener el interés de los fanáticos. Pero ellos, además, quieren garantías…

Sólo con la táctica se pueden ofrecer ciertas garantías. La táctica es la inteligencia del juego. Es la administración racional y eficaz de los fundamentos técnicos y físicos de cada jugador. Es el aporte de la capacidad individual al servicio de la cohesión colectiva. Un equipo de fútbol sin táctica definida no es un equipo de fútbol. A lo sumo será un grupo de once jugadores tirados sobre el césped, cada quien jugando su propio partido; se acostumbra a decir que “ese equipo no juega a nada”. La táctica supone que hubo un acuerdo previo de realizar ciertas jugadas en conjunto, un trabajo en la semana, una idea grupal. Con la táctica se manejan los ritmos del juego, se consiguen resultados, se marca diferencia entre defenderse bien o mal, entre atacar con sorpresa o de manera mecánica y rutinaria; y, especialmente, la táctica define el estilo de juego de los equipos. Por decisiones tácticas se lanza la pelota o se juega con pases cortos, se tiene agresividad o se es pasivo, se sale a buscar el partido o se espera, se ataca o se contra-ataca. Esta es la verdadera importancia de la táctica: empareja las cargas, cubre ciertas dificultades técnicas o deficiencias individuales con el trabajo colectivo inteligente. Y eso ha logrado, desde luego, que el fútbol sea menos previsible y, por tanto, más emocionante.

En nuestro país “las tácticas” no gozan de mucha simpatía, porque la gente cree que todas las tácticas son defensivas, de hecho, se reconoce cómo juega un equipo por su colocación defensiva en la cancha, se habla de líbero stopper, marca zonal, etc. O se describe el dibujo táctico por la forma en que se paran los equipos a nivel defensivo: 4-4-2, ó 3-4-1-2, y así. Además, alguna vez se vendió la idea de que la táctica, más que un recurso, era una camisa de fuerza, un libreto que debía cumplirse. De tal forma que, cuando al fanático le mencionan esta palabreja, supone un partido aburrido, con un equipo “bien parado”, (dicen los entendidos), esperando, con mucha marca, sin mayores sorpresas.

Y porque se volvió moda hablar de eso: ahora todo el mundo quiere hablar de táctica. Pero, aclaramos, de táctica mal entendida. Porque la táctica, en su real sentido y dimensión, son los argumentos del juego. Es un punto de referencia que debe ayudar, más que limitar, la actuación de los futbolistas. Es como cargar una agenda a la cual se debe recurrir sólo cuando falta orientación.

En últimas, lo que más atrae del fútbol sigue siendo la inventiva, la creatividad y la fantasía individual, pero puesta al servicio de una idea colectiva y por lo tanto siempre necesitará de un orden, un concepto, una guía previa que establezca la diferencia entre un equipo y otro.

http://www.blogger.com/ARTICULOS%20EN%20WORD/agarizabalo@hotmail.com

Publicado en El Heraldo Deportivo, Marzo 25 de 2008.
Publicado en la Revista del Deportivo Cali, Oct. 2007.

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