viernes, 23 de noviembre de 2018

RAFAEL SANTOS BORRÉ: SU CORAZÓN ES UNA MÁQUINA


Por: Agustín Garizábalo Almarales




Veo una foto de River Plate en los actos protocolarios del partido de Copa Libertadores ante el Boca Juniors y a Santos Borré levitando por encima de la cabeza de un niño que está adelante; en realidad continúa con los ejercicios de calentamiento. Al día siguiente le escribo al wasap: “Rafa, ¿saliste muy ansioso, cierto? Cuando en los himnos alguien sigue calentando es ansiedad jajaja” Me responde: “jajajaja No máquina, siempre lo hago”. Así es Borré, incesante como el mar de leva: entra, sale, hace diagonales, aturde y cansa a los defensas y casi siempre se encuentra perfilado para recibir. No está, pero de repente aparece, sorpresivo, con la certeza y voracidad de un escualo. Su mayor cualidad es que no teme equivocarse: Si hace un gol o si lo bota, igual vuelve a intentarlo segundos después como si nada, una y otra vez.

Durante el mundial juvenil de Nueva Zelanda invitamos a la familia de Borré para que viéramos juntos su debut ante Qatar, casi en la madrugada. Llegó toda una delegación: padres, hermanas, yernos, cuñados, vecinos. Y se trajeron a Mateo, el hermanito de 8 años, que es la suma de un volcán en erupción y un tsunami. De entrada viene y cuenta que quiere mucho a Rafa pero que necesita con urgencia encontrarse con él para reclamarle porque todavía le debe mil pesos. Luego se subió a una escalera, espantó a un gato, rompió una botella, tumbó una bolsa de pan, vomitó… Cuando quise quejarme de que, por favor, aguantaran a este chico que nunca se quedaba quieto, el papá, Ismael, con una frescura de bacán de barrio, dijo “Rafa era peor, imagínese, profe”.

Este es Borré: Indetenible. Y ahora en River con el aditivo de una alegría permanente, porque la confianza del muñeco Gallardo, la impronta histórica de los millonarios y el conocimiento de sus compañeros de banda: Ponzio, Enzo Pérez, Zuculini, Nacho Fernández, Pity Martínez, Ezequiel Palacios o el exquisito Juanfer Quintero, potencian lo que todos sabíamos, que lo de Santos Borré era cuestión de tiempo, de adaptabilidad, de afinamiento. En aquellas primeras semanas en River, cuando todo era duda, cuando el mínimo fallo era homologado con una catedral, cuando se llegó a decir que River se había equivocado con traer a Santos Borré de vuelta, sus ensayos y errores, sólo eran el transito natural para adquirir ese aprendizaje. Ahora es el primer delantero convocado en el tablero para cada partido, lástima que la mala suerte jugó en su contra y no estará en la finalísima del próximo sábado. Y en cierta forma una irresponsabilidad del árbitro chileno Roberto Tobar: "La falta que él hace es una falta imprudente que no ameritaba una tarjeta amarilla, pero las reiteradas faltas que hizo durante todo el encuentro si ameritaban que lo amonestara", dijo Tobar. Preciso faltando pocos minutos.

En buena hora Rafael Santos Borré dio ese paso atrás al nuevo continente del fútbol, acción que los desesperados consideran siempre un fracaso. Pero en realidad, esa decisión ha sido para tomar un impulso, potenciarse y aparecer de nuevo en ámbitos más competitivos. El entorno y el protagonismo que un club como River genera ponen a este promisorio jugador a nadar en sus aguas. Tres goles de suma importancia para llegar a la primera histórica gran final de un River-Boca en Libertadores.

Le ha faltado sólo coronarse campeón con otro gol suyo, pero ya le tocará padecer, ahora sí, esa ansiedad desde el palco del club, avivando a sus compañeros o abrazando a cualquiera que esté a su lado. No es nuevo esto en Santos Borré: con el Deportivo Cali también le tocó celebrar su título en la distancia, porque cuando Cali-Medellín (1-1), él se encontraba en Nueva Zelanda (me lo imagino muerto de frío, con gorro y con guantes). El día anterior, justo había anotado el gol del descuento ante Portugal.



viernes, 25 de septiembre de 2015

ANDRÉS FELIPE ROA: EL "PRINCIPITO" DE SABANALARGA




Por: AGUSTÍN GARIZÁBALO ALMARALES


El Principito
Andrés Felipe Roa es una especie de ‘Speedy González’, capaz de pasar del punto estático cero a desarrollar una explosión letal en fracciones de segundo. Cualquier defensa desinformado que intente marcarlo muy de cerca, se verá sorprendido por ese arranque de ‘correcaminos’ (¡Bic, bic!)  Y ¡allá va! ¡Cójanlo!...
Cabeza levantada, técnica fina, cambio de ritmo, elegancia, decisión, asertividad y goles. Favorecido por las cámaras por esa pinta de actor nórdico y ese carisma seductor que mantiene cautivo a un Fans Club de féminas, pero, ¡ay!, mientras no tenga que hablar, claro, porque allí lo traiciona esa timidez ancestral, esa torpeza para comunicar con palabras lo que hace tan fácil con una sonrisa o una mirada inquisidora.
Su natal Sabanalarga, una población ubicada en el epicentro del Atlántico, enloqueció el día de la final Cali-Medellín cuando Roa dibujó aquel soberbio cabezazo que enmudeció al Atanasio Girardot y luego alcanzaría el paroxismo cuando, en plena celebración, dando la vuelta olímpica, Andrés tuvo la delicadeza de sacar y envolverse con la bandera de su pueblo y ahí sí fue Troya, a correr y abrazarse con todos los vecinos y amigos, como si fuera un 31 de diciembre en hora de pitos, salir enmaicenados en caravanas, borrachos en medio de la fuerte lluvia de esa noche que caía y adornaba la faena y después rematar con un recibimiento apoteósico al día siguiente, con carros de bomberos y papayeras, y ríos de ron y de orgullo, como tenía que ser.
Gol del Título Deportivo Cali
Pueblo y familia, claves esenciales
Después de  tener a sus hijos varias temporadas en la Escuela de Fausto Castro, Carlos Roa Mercado, decidió organizar, con algunos amigos (Nicolás Martínez, Ramón Blanco, Salin Abdala, Eliécer Navarro y Luis Barraza), el Club Asefusa, de Sabanalarga, con la intención de formar jugadores para el fútbol profesional y emular algunos pocos nombres que en el pasado figuraron: Melquisedec Navarro, Roberto Vizcaíno, Eurípides Blanco, Hernando Mercado, Gustavo Fonseca, Leonidas De la Hoz, Dimas Mattos y Osvaldo Otero. Aunque Andrés es el primero en coronarse campeón de un torneo rentado. En la actualidad también se destacan su hermano Juan Camilo Roa, referente en Cortuluá, (luego de haber intentado en el Deportivo Cali y en la Autónoma) y Mauro Manotas en el fútbol de Estados Unidos. Su hermano menor, Carlos, ha estado en la Selección Atlántico en varias ocasiones y recientemente fue invitado a un microciclo de la Selección Colombia sub-15. Curiosamente los tres hermanos utilizan el número 25 en sus camisetas.
Con la Selección Colombia de Mayores
Este profesor de Química del colegio Antonia Santos de Molinero, es un hombre dócil y tranquilo. Eventualmente tendrá sus pecados, como todos, pero no es fácil encontrar a un padre más consagrado a sus hijos y su familia que Carlos Roa. Con su esposa Zamira Estrada,  han edificado un hogar digno que goza de la estimación general. Y no dudan en mostrar carácter cuando se trata de exigirles a sus hijos corrección y seriedad en sus actuaciones, que no les gusta que anden en la esquina ni molestando en la casa ajena, que eviten conflictos innecesarios, que respeten a los mayores, que se preocupen sólo el día en que ninguno les diga nada y que no sufran por ambiciones vanas, porque nadie pierde lo que no ha tenido.
Alguna vez, el entonces presidente de la Liga de fútbol del Atlántico, Carlos Peña Torres, me invitó para que fuéramos  a ver una final infantil que se jugaba en el estadio Moderno de Barranquilla y que fue ganada precisamente  por Asefusa. Varios chicos me interesaron. Hablé con el presidente del club, que resultó ser el papá de los Roa, y le sugerí que era importante que organizaran un programa de control y crecimiento para esos muchachos. “Es bueno que los lleves a un médico deportólogo y a un nutricionista —le indiqué—, juegan bien tus pelaos, pero están como flaquitos”. Tres años después asistimos a un partido del Torneo Nacional, acompañados por Ricardo Martínez, entonces director de las Divisiones menores del Deportivo Cali y el monito, especialmente, nos sorprendió a todos, por su potencia, velocidad y contundencia. La tarea se había hecho bien. La casa-hogar del Cali lo esperaba.
Con UNIAUTÓNOMA  - Campeón en la B
Recorrido en la 'B', debut en la ‘A’
En el Deportivo Cali se consideró prudente que Roa y otros muchachos de divisiones menores fueran a ganar experiencia en otros entornos. Como Uniautónoma jugaba de local precisamente en Sabanalarga, se sugirió que Andrés viniera a ser el único jugador de ese pueblo en la nómina titular del equipo universitario. Les fue tan bien ese año 2013, que lograron el título de la ‘B’, ascendiendo de categoría. No obstante, por diferencias entre los clubes, debió continuar en la segunda división por otra temporada, ahora con el Unión Magdalena. Ese periplo por tierras costeñas, con pocas comodidades y casi en situaciones límites, vino a darle lo que quizás  le hacía falta a su talante.
Atrás quedaban sus resabios con el profe Rober Carabalí en la sub-20 del Cali, sus enojos de niño caprichoso, como en aquella ocasión en que llegó tarde a la cancha porque un desfile militar retrasó su viaje. Cuando hablé con él por teléfono no podía entender su rabia. “Es lo normal —le dije—. Llegaste tarde, no juegas” Entonces me dijo algo que me dejó pasmado y que reflejaba su carácter de aquellos momentos: “No es eso, profe, que no me pusieran a jugar no importa, sino que me obligaron a prestarle mi uniforme a un pelao que es muy malo”.
Entrenamiento con el Deportivo Cali
Su debut con el Cali ante Alianza Petrolera fue de novela. Partido complicado, entra para el segundo tiempo y fue la sensación en el estadio, pelotas en los palos, pases exquisitos, la gente se preguntaba, asombrada, de dónde había salido semejante crack. En la televisión ya lo escogían como la figura de la cancha. En tiempo de reposición va por una pelota en la línea lateral, cerca del banco contrario y se estrella con el técnico Adolfo León Holguín. Ahí mismo se forma una gresca; Roa, alterado, le da un cabezazo en el pecho al defensor Henry Rojas, lo expulsan y lo sancionan por seis fechas y le ponen una multa y algún exaltado fanático corrió a nombrarlo en Wikipedia, por ese hecho, como el ‘Zidane’ colombiano.
Epílogo
Andrés Roa ha tenido que pagar con sangre, sudor y lágrimas su aprendizaje para lograr figuración en el fútbol profesional. Quizás, confiaba demasiado en su talento y se imaginó que sería fácil: esa clase, esa técnica depurada, esa pinta de principito, monito, ojos verdes, consentido en el equipo de su papá, precisamente el 10 y capitán, cierta dosis de soberbia y pereza casi inherente a un muchacho de esa edad, todas esas señales equívocas cuando de madurar se trata, para luego confrontarse con las exigencias y la cruda realidad. Saber que te ponen a jugar en una posición donde no te gusta o que te saquen de taquito por el mínimo fallo: cuatro técnicos vallunos, fustigadores, punitivos, que no perdonan una.
Primero, Willy Rodríguez en la Autónoma, Luego Héctor Cárdenas en el Deportivo Cali (fue tal su desencuentro que Cárdenas no quería verlo ni en pintura), una temporada con Fernando Velasco en el Unión Magdalena, para después recalar en el Deportivo Cali con “el peor de todos”, un ‘Pecoso’ Castro cansón, obsesivo, fustigador e implacable, pero del que más ha aprendido lo que significa el verdadero peso específico de un jugador de élite y que le ha valido, nada menos, ser convocado por José Néstor Pékerman a la Selección Colombia de mayores.
 Publicada en EL HERALDO de Barranquilla - Martes 8 de Septiembre de 2015

ENLACE PUBLICACIÓN ORIGINAL: http://www.elheraldo.co/deportes/andres-felipe-roa-el-principito-de-sabanalarga-216089

agarizabalo@hotmail.com



sábado, 6 de junio de 2015

MENOS PODRÍA SER MÁS…



Por: Agustín Garizábalo Almarales  

Si bien Deportivo Cali se alzó con la victoria el pasado miércoles fueron muchas las caras de preocupación entre sus hinchas. Aspiraban a que, con todo lo mostrado en el terreno, el equipo se fuera con una ventaja apreciable a la ciudad de Medellín. Creo, en cambio, que 1-0 es el marcador ideal para que Cali se traiga el título el próximo domingo.


Lo expresado aquí no deja de ser una simple especulación, escrita, en parte, con el conocimiento por los años que he estado en el fútbol, y, especialmente, por el deseo sincero de ver coronando a un grupo de muchachos que ha mostrado humildad, entrega, sentido de pertenencia, personalidad y condiciones técnicas. El país del fútbol seguramente está más a favor del verde por toda la simpatía que despierta, que del rojo, quizás el equipo más regular en el último año; de hecho, viene de disputar una final.


Uno a cero es el marcador preciso: Obliga a mantener las alarmas prendidas, se sabe que no se ha ganado nada, se sabe que hay que quemar los barcos una vez saltes al Atanasio Girardot.  Lo que más distingue a los jóvenes es precisamente la ansiedad, pero también un exceso de confianza cuando se saben con ventaja. En esas mentes juveniles menos podría ser más. Diferencia de dos goles, hubiese puesto a dormir más tranquila a la hinchada, pero no quiero imaginar esa sensación de relajamiento del grupo. Ahora, en cambio, les toca ir a pelear. Se puede ser optimista, además, porque el Deportivo Cali es un gran visitante, quizás el mejor, porque no es de ir a defenderse y tiene claro el potencial de sus contraataques. Situación ideal para el equipo del Pecoso. Prueba clara: el partido contra Nacional en Medellín.


A este deportivo Cali lo complicas sólo si te cierras a defenderte a ultranza, como lo hicieran, en su momento, Tuluá, Patriotas, Alianza Petrolera, Huila, Envigado, equipos considerados “Chicos”. A los encopetados como Nacional, Junior, Millonarios y Medellín les salió cara su visita al Palmaseca.


El miércoles  cuando el partido estaba abierto, Cali, en los primeros 20 minutos,  hizo un gol y creó claras oportunidad que presagiaban una goleada. El partido cambia cuando sale Caicedo, delantero, y entra Hernán Pertuz a construir una defensa de 5 y un bloque con intenciones de contraataque. Sin espacios es bien complicado para el verde y en Medellín los tendrá, tal es la necesidad del rojo de voltear el marcador. Además, ellos, como locales, podrían estar pensando que va a ser fácil alcanzar ese cometido. ¡Cuidado! Se van a encontrar con Hernández, Mera y Andrés Pérez (el mejor en los cinco partidos finales) y no se pueden descuidar de los arranques de Roa, Candelo, Preciado, Murillo y Casierra.  


Anhelo de corazón que este breve comentario mantenga vigencia el domingo después del pitazo final. 

Muchas gracias.


agarizabalo@hotmail.com


martes, 14 de abril de 2015

RAFAEL SANTOS BORRÉ: “LA MÁQUINA” BIEN ACEITADA


Por: Agustín Garizábalo Almarales


Con RAFAEL SANTOS BORRÉ se cumple a la perfección un principio por el cual nos hemos guiado para realizar nuestro trabajo: “El talento no sólo se descubre sino que se construye”.
Con la Selección Colombia Sub 20
Había que verlo cómo llegó al Deportivo Cali cuando fue invitado a una pasantía por el profesor Carlos Julián Burbano, director de las divisiones menores de ese entonces: flaquito, liviano y cabezoncito, en esos veinte días, a punta de movimientos, calidad técnica y voluntad, se ganó la posibilidad de quedarse enseguida en el club, pese a la opinión escéptica de algunos entrenadores.
Ahora que lo vemos con esa fineza para definir o devolver una pared, con esa plasticidad de patinador sobre el hielo para ejecutar los giros y escabullirse, no podemos ocultar nuestro orgullo por todo lo que ha mejorado en esos años de formación.
Santos Borré es incesante como el mar de leva: entra, sale, hace diagonales, aturde y cansa a los defensas y casi siempre se encuentra perfilado para recibir. No está, pero de repente aparece, sorpresivo, con la certeza y voracidad de un escualo. Su mayor cualidad es que no teme a equivocarse: acaba de hacer o errar un gol, pero segundos después vuelve a intentarlo, una y otra vez. Antes, algunos le decían ‘Garantía Borré’. Ahora le dicen ‘La Máquina’.
Valledupar: edénico lugar

Ismael Borré Aguilera, licenciado en matemáticas, se fue a vivir a Valledupar con su nueva compañera Ana Madera, tras su separación con Deysi Maury, pero se llevó consigo a sus dos hijos. De inmediato fue en busca del profesor ‘Chiche’ Maestre para presentarle a su hijo de cinco años, un monito pecoso e inquieto, cuyo único juguete en su vida ha sido un balón. “Era muy alegre para jugar, tenía destreza, resistía golpes, no le tenía miedo a la tierra y siempre hacía goles”, comenta el veterano entrenador del colegio Loperena.
Con Brayan Velilla en NEOGRANADINOS


A los ocho años, Rafa era campeón mundial de quebrar vidrios en su barrio Alfonso López, tanto así que su papá, tolerante que es por su condición de educador (cosa que le critican sus amigos y familiares: “Carajo, ¡estás malcriando a esos pelaos!”) compraba vidrios por docenas para que los vecinos encontraran de inmediato la solución a esos desastres.

Daniela, su hermana dos años menor que él, lo acompañaba a todos los partidos y recuerda con gracia que los profesores ‘Chiche’ y José Rodríguez ponían a calentar a los pelaos mandándolos a recoger trotando las piedras de la cancha Panamá, tal era las condiciones en las que jugaban. Pero igual así, el monito se destacaba con goles; el profe lo retaba, lo dejaba en la banca y él cogía rabia, y luego, para fustigarlo, le decía: “Bueno, vamos a ver si eres capaz de hacer un golcito, vaya y solucione”.

Ana Madera, su madrastra, que no merecería llevar ese horrible apelativo porque en realidad lo ha querido tanto como una madre, cosa que la propia Deysi reconoce, estuvo atenta a su desarrollo integral, a sus travesuras, a educarlo para la vida, como ella dice, con firmeza y energía, pero sin dejar de consentirlo, como cuando lo ponía a lavar sus propios uniformes de entreno y partidos, para que fuera aprendiendo a defenderse solo. “Muy lindo era verlo  hacer oficios”, cuenta.

Fútbol, Corazón y Goles

Barranquilla, procera e inmortal


En vacaciones Rafael Santos (ya es un lugar común decir que le pusieron ese nombre por la canción de Diomedes) se venía para donde su mamá Deysi y su abuelita Tiburcia (Q.E.P.D) en el barrio Santodomingo de Guzmán. Allí, con su gallada y los convites de Pipo y Coco y, especialmente, las complicidades y ocurrencias del tío Nene, un buen día lo invitaron  a un entrenamiento del club Neogranadinos en la propia cancha del barrio y fue visto por Henry Peralta y Federico Chams. Le pidieron que fichara para ese equipo y Federico tuvo que llevárselo para su casa, con todos los conflictos que implica meter un nuevo miembro en la familia así de la noche a la mañana.
Henry Peralta me insistía en que habían encontrado un talento y que fuera a verlo. Como sé que Henry es exagerado, me demoré para ir. Pero una tarde llegué a la cancha del barrio Nueva Granada y descubrí magias y sensaciones que me motivaron a apostar por ese proyecto.
Con Agustín Garizábalo en la sede del Deportivo Cali
Durante dos temporadas fue el máximo goleador de la Liga del Atlántico en su categoría, haciendo goles sorprendentes. César Picalúa, Rolando Campbell, Heiner Blanco y el propio Peralta se encargaron de mejorarlo como futbolista. Yo, en tanto, conversaba con él y veía su ambición, su disposición para aprender continuamente, su capacidad para potenciar sus finezas técnicas. Su papá se lo decía en términos precisos: “Mijo, te estamos educando para que tomes decisiones, no para que sigas instrucciones”. Por eso tiene siempre algo que decir, algo que agregar, algo para mejorar, porque no traga entero.
En octubre de 2010, Carlos Julián Burbano vino a Barranquilla a ver la final Prejuvenil y decidió invitar a Cali a cuatro jugadores de la Selección Atlántico de la categoría 94. Como no hay quinto malo, también se llevó a Rafael Borré, que es 95, a una pasantía por unos días y al final, años después, los otros jugadores fueron devueltos y sólo quedó el agregado cultural de aquel momento. Borré vendría dos veces a representar a la selección Atlántico en dos finales juveniles, incluyendo los juegos nacionales, pero no tuvo un buen desempeño.
 Cali: oiga, mire y vea
Paciencia, aprendizaje y más paciencia fueron sus armas. No fue fácil porque un jugador de otra región en Cali tiene que ganar por goleada. Por fortuna este muchacho se gestiona bien, se hace querer. El primer año ni siquiera jugó torneo Nacional, sólo la Liga del Valle, pero logró ser uno de los  goleadores del Torneo de la Américas. Impensable, porque jugaba muy poco, entraba por ratos y sin embargo sus goles lo destacaban.
Una delantera de miedo: Con Mifguel Murillo y Harold Preciado
Su proceso no siempre estuvo claro: hubo dudas; siempre las hay. Algunos directivos de divisiones menores lo defendían; algunos entrenadores no creían en él, otros sí. Y le enseñaron, le hablaron, lo potenciaron. De eso se trata: Es una suerte de adivinación, nadie sabe en realidad qué es lo que va a pasar con un talento así. Sería presuntuoso venir a sacar pecho ahora.
Alguna vez fue invitado a entrenar con el equipo profesional y Leonel Álvarez quedó impresionado con él. Lo puso a debutar un par de meses después contra el Medellín en el Atanasio. En ese preciso momento se estaba jugando un Torneo juvenil en Cali y Borré, pese a estar inscrito, no jugaba porque estaba con el equipo profesional. Pero el sábado en la mañana, Leonel le dijo que no lo iba a tener en cuenta para el partido de la noche, y entonces él pidió que lo dejaran jugar la semifinal del Torneo de las Américas.
Increíblemente no fue alineado. Pasé por la banca técnica y lo saludé: “Ajá, Rafa ¿y qué?”. Entonces me dijo esta joya: “Aquí, ‘Agu’, esperando la oportunidad”.  Lo curioso del caso es que lo vi tranquilo, relajado,  con una cara gozosa como si estuviera esperando plata de un cajero automático.
Luego lo metieron empezando el segundo tiempo (iban perdiendo 1-0) y a los 20 segundos ya había empatado el partido y a los 10 minutos aumentó la cuenta con un soberbio gol de cabeza. ¡Caramba!, ese día me convenció. “Huy, este man se las trae”, pensé. El resto de la historia se encuentra en google, como dice mi profesor de literatura.
Sasntos Borré: Modelo para armar
Mateo, su hermanito de 8 años, que es la suma de un volcán en erupción con un tsunami, dice que quiere mucho a Rafa y que desea encontrase con él para reclamarle  porque todavía le debe mil pesos. Cuando uno se queja porque este chico nunca se queda quieto, el papá Ismael, con una actitud de bacán de barrio, cuenta con estoicismo que “Rafa era peor, imagínese profe”.
Este señor es un relax completo: “Mi hijo es un bendecido”, agrega. “Ha tenido dos mamás. En la familia tenemos una gran relación entre todos y queremos mucho a Rafa. Sus mamás Deysi y Ana y todos en la casa vamos en un solo grupo a verlo jugar o esperamos el partido por televisión”.
Lo único que le preocupa es que si alguna vez le toca mudarse para Europa, extrañaría esas partidas de dominó que juega los domingos con sus amigos en la tienda de la esquina, en mocho y camiseta, y con un refrescante y espumoso juguito de cebada debajito de la mesa.

Publicado el 30 de Agosto de 2015 -  EL HERALDO de Barranquilla
ENLACE DE PUBLICACIÓN ORIGINAL:  http://www.elheraldo.co/deportes/santos-borrela-maquina-bien-aceitada-214419

agarizabalo@hotmail.com


viernes, 3 de enero de 2014

Donde pone el ojo, hay talento


 Nota publicada en EL ESPECTADOR

Agustín Garizábalo descubrió a muchos futbolistas criollos que triunfan en el exterior.
 Agustín Garizábalo, cazatalentos del Cali en la Costa Atlántica

 Descubrió a Abel Aguilar, Juan Guillermo Cuadrado y Luis Fernando Muriel, tres integrantes de la selección colombiana de fútbol de José Pékerman. 


Por: Luis Guillermo Montenegro 
 
 El ambiente futbolero en Barranquilla se siente fuertemente a dos días del partido de la clasificación al Mundial de Brasil 2014. En cada cuadra se ven banderas, camisetas y cornetas que invitan a la gente a sumarse a la fiesta que se está preparando para el juego frente a Ecuador en el estadio Metropolitano.
 Agustín Garizábalo Almarales, un costeño de Soledad, Atlántico, nacido hace 53 años, es el orgulloso descubridor del talento de tres integrantes de la selección de Colombia. Juan Guillermo Cuadrado, Abel Aguilar y Luis Fernando Muriel fueron aciertos de este hombre que por más de 18 años ha dedicado su vida a seguir torneos infantiles y juveniles para incorporar jugadores al Deportivo Cali. Además de estos tres jugadores, se fijó en Michael Ortega, Gustavo Cuéllar, Ricardo Ciciliano, Felipe Pardo y Freddy Montero, quienes salieron de la cantera del equipo azucarero para triunfar en el fútbol del exterior.
 “Ver a tres jugadores que en algún momento guié es una alegría inmensa, una satisfacción que me permite ver que estoy haciendo las cosas bien. Yo, entre muchas otras cosas, les digo a mis jugadores que no me hagan quedar mal y estos tres sí que me han cumplido”, comenta.
 Él no sabía que tenía ese don. Todo comenzó cuando estaba en el bachillerato. El maestro lo envió a aprender a ver. “No era suficiente con pasar, sino con mirar, nos dijo. Pidió que le diéramos la vuelta a la manzana y le contáramos qué veíamos. Cuando me preguntó, le respondí: ‘Maestro, vi una estación de taxi, una iglesia y un hotel’. Él me respondió: ‘Agustín, esa descripción no me la hace ni un ciego, busco que realmente miren qué está pasando, qué comportamientos hay’.
  Eso es lo que realmente él hace, ve bien a los jugadores, no se queda sólo con lo que hagan futbolísticamente, sino que los analiza como un conjunto y se preocupa por enseñarles valores y características en general de la vida. “Me preocupo por cómo viven, en qué entorno están, etc.”, comenta.
 El descubrimiento
 Se desempeñaba como asesor técnico de las selecciones Atlántico y por ese motivo asistía a todos los torneos nacionales de la Difútbol. Álvaro Aguilar, presidente de la Liga de Bogotá, en ese entonces, y padre de Abel, lo invitó a que viera talentos de la capital. “Él me hablaba de su hijo Kike, pero no le paraba bolas. En algún torneo en Tolima le dije que el único jugador que me interesaba de Bogotá era el número 7, sin saberlo, ese era el famoso Kike, quien resultó ser Abel Aguilar”, destaca el cazatalentos costeño. En ese certamen también estaban Falcao García, Stalin Motta y Rafael Robayo. Con 16 años, Abel llegó al Deportivo Cali, en donde continuó con su formación como jugador.
 A Juan Guillermo Cuadrado, Agustín lo vio en un torneo Asefal en Barranquilla. “Desde niño fue mágico”, destaca. Juan Guillermo fue a la ciudad atlanticense con el Manchester de Urabá. Ahí lo referenció para que Nelson Gallego, quien se desempeñaba como director de las menores del Cali en ese momento, lo viera. “Recuerdo que él estuvo unos meses en el equipo azucarero porque llegó con muchas desventajas físicas, por eso cuando Nelson se fue del Cali se lo llevó y lo siguió formando durante cuatro años en diferentes equipos hasta convertirlo en el crack que hoy demuestra ser”, destaca Garizábalo.

Por otro lado, a Luis Fernando Muriel lo considera como un caso especial, porque era el jugador que estaba en un entorno más complicado. Jugaba con el equipo de Santo Tomás y siempre le hacía goles al equipo que dirigía Agustín. “Quisimos tenerlo, pero Álvaro Núñez se nos adelantó y habló con sus padres para llevarlo al Júnior. Era como ver a Valenciano, un cachetón goleador”, confiesa. Sin embargo, cuatro años después, no había logrado destacarse y por eso pasó a la Escuela Barranquillera. En un torneo Asefal, Jorge Cruz, técnico de las menores de Cali, lo vio y le pidió a Agustín que le hiciera seguimiento. Unos meses después fue vinculado al Cali.

En el más reciente partido amistoso frente a Serbia, sus tres jugadores fueron titulares (ver foto), un motivo de orgullo que espera se repita en el juego frente a Ecuador. “Los partidos amistosos no los veo casi nunca, pero ese día me llamó un amigo y me contó que los tres estaban de inicialistas. Vi el juego y lo hicieron bien, ojalá Pékerman los pueda volver a poner el viernes”.
Publicado en El Espectador - 3 de Septiembre de 2013
Ver Nota original en:  http://www.elespectador.com/deportes/futbolcolombiano/donde-pone-el-ojo-hay-talento-articulo-444266
 


CÓMO ACOMPAÑAR UN TALENTO


Por: Agustín Garizábalo Almarales

 Todos quieren ganar
 pero no todos tienen el deseo sincero
 de prepararse para hacerlo”
-Bobby Knight

 Cómo Acompañar un Talento:

Acompañarlo, quererlo, cuidarlo...Jajaja...¡Pero tampoco así!
 Lo primero es conocerlo bien: Su entorno social y afectivo, cuáles son sus motivaciones, sus aficiones, sus dudas, y si está dispuesto a asumir profundamente esa vocación. No basta con pañitos tibios, aquello de que a veces sí y a veces no, debe haber una continuidad necesaria. La clave está en los hábitos que adquiera; estos vienen a ser el verdadero soporte de una carrera exitosa. Por supuesto que tendrá que gozar con cierta habilidad diferencial, un mínimo de magia y una evidente capacidad de consagración. En últimas, lo que se busca es un talento que pueda convertirse en un atleta, porque sólo los atletas pueden competir en los altos niveles.

 Pero, ¿Qué decirle? ¿Cómo abordarlo? ¿Hacia dónde apuntar?...

 Primero, y lo más importante, orientarlo para que aprenda a manejar su energía vital (Jim Loehr). Este es el principal patrimonio del ser humano. De la manera como administre esa energía dependerá que pueda potencializar su talento. Que se alimente adecuadamente, que descanse lo indispensable, que aprenda a gestionar sus conflictos, que se dedique a una actividad productiva en sus tiempos libres. 

Que evite los desgastes innecesarios: Que aprenda a vivir relajado, con un mínimo de esfuerzo, como un gato durante el día, para que, cuando lleguen los momentos de máxima exigencia, pueda contar con esa energía deliberadamente acumulada. Si no la maneja bien, ésta, con seguridad, terminará despilfarrada, agotada o disminuida, de tal forma que sería tanto como salir de casa con el celular semidescargado.

 Jim Loehr (*) también nos habla de que hay que tener cuidado con las historias que contamos. Se desperdicia mucho tiempo y energía, cuando una persona se queja, se pone triste o furiosa. Narrar un panorama pesimista y negativo es definitivamente inútil.  Es preferible cierto desdén al fracaso, que sepa que, en realidad, los fracasos son secundarios, apenas pequeñas desviaciones del camino cuando se tiene clara la meta. Un ánimo alegre y dispuesto predispone al triunfo.

  Importante que el joven aprenda a identificar su clientela, todos la tenemos. Una buena relación con la gente más cercana (familia, amigos, compañeros, entorno) favorecerá los vínculos afectivos y habrá mejor disposición de ánimo para emprender nuevos esfuerzos. Una excelente relación con la clientela externa (periodismo, fanáticos, opiniones diversas), redundará en una buena imagen y, por consiguiente, en la construcción  de la MARCA PERSONAL DE CALIDAD que todo talento debe gestionar a través de sus acciones, presentación personal, actitud dispuesta y una enorme pasión por lo que hace.

 Un carácter asertivo es clave, y se construye tomando decisiones, asumiendo riesgos, guiándose por verdades internas. Si tratamos siempre de adaptarnos a lo que piensen los demás, nunca emprenderemos un camino diferente. Y la personalidad para triunfar tiene relación directa con ese sello personal.

 Debe llevar sus propios controles.“Lo que no se puede medir no se puede mejorar”, señala el filósofo William Pepperell. Conviene entonces  mantener los registros de  sus progresos y falencias. Esta medida servirá como motivación cuando perciba mejorías de su proceso.

Que oriente todo su tiempo y esfuerzo al trabajo, al entrenamiento, a mejorar cada día, no necesariamente a competir. Con frecuencia el joven talento se desespera cuando no entra en competencia porque, naturalmente, quiere mostrar sus condiciones. Lo ideal es esperar el momento preciso: Tarde o temprano tendrá su cuarto de hora y entonces es ahí donde tiene que marcar diferencia. Que cuando le toque actuar lo cojan confesado y adecuadamente preparado.

 Que entienda que todavía no es, sino que está en un proceso de serlo. Implica, por lo tanto, concentrarse en la rutina diaria, sumarle elementos a ese proyecto, hacerlo crecer día a día. Y empezar, de una buena vez, a mantener un comportamiento profesional aunque todavía no esté recibiendo salario por ello. Profesional no es el que gana dinero, sino aquél que se dedica a una actividad útil a los demás y sea reconocido por ello. Cuando esté dispuesto a aprender siempre y a mejorar sus resultados, estaremos ante alguien con capacidad comprobada, y digno de confianza para llevarlo a las mayores cimas del universo.

 agarizabalo@hotmail.com

 im Loehr (*): Coaching estadunidense, especialista en orientar atletas de alto rendimiento.

 Publicado en la Revista de ASEFAL 2014

jueves, 2 de enero de 2014

LA MUERTE DE UN FORMADOR



Reflexión a propósito del fallecimiento del educador                              José Américo Orbes – 


 Por : Agustín Garizábalo Almarales


 “Alguien tiene que morir
Para que los demás sepamos apreciar la vida” – Virginia Wolf



 ¿Qué es lo que muere realmente cuando muere un formador? Podría decirse que no sólo fenece una persona generosa, sino también una luz, una voz, un discurso. Pero, ¿Realmente acaba todo eso? He aquí la gran prueba de fuego: Qué actitud adoptar ante un hecho así.

Un mal día se apaga la lámpara que nos iluminaba el camino y resulta humanamente natural que sintamos desamparo y vacío; presentimos, confundidos, que se nos extravió la brújula y que jamás volveremos a ser los mismos.

Porque el gran Formador es el contador de fábulas que nos pone a soñar, quien viene a decirnos que en la vida no sólo hay crueldad sino belleza y milagro, quien nos muestra, con su ejemplo, que todo es posible en tanto se luche con entrega y pasión, que no hay arte más hermoso y milenario que volver a empezar día a día con el deslumbramiento y la curiosidad de un niño.


Queda entonces, para nosotros, el compromiso de continuar con ese legado. Lo único que justifica el dolor es que nos mande al diván, nos ponga a reflexionar y nos obligue a mejorar la vida.

El amor no sólo es un sentimiento sino un comportamiento y por ello, el mejor homenaje que podemos hacerle a nuestro educador ido es seguir actuando con el rigor y la calidad moral y humana que él nos dejó como regalo.

Vencer el miedo, superar el dolor, disminuir el drama y, cuanto antes, recuperar la alegría y la compasión ¿Qué fue, si no eso, lo que nos enseñó siempre?

La vida se cansa de enviarnos pistas y señales pero sólo algunos pocos iluminados están en capacidad de descifrarlas. Te agradecemos, Dios, por haber puesto, tan cercano, a alguien con esas dotes y esa vocación de amar.

“Cuando muere un sonero/ nace un lirio blanco”, reza la canción cubana (*). Cuando muere un formador, cultivador incansable, deja un jardín de capullos que está obligado a florecer en todo su esplendor para dar fe de su sabiduría. Será entonces esta la verdadera prueba de nuestro amor por él.

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(*) Testamento de un sonero, autor Andrés Pedroso, Grupo Manguaré.